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El blog de Pepe Mendoza

¡YA VOY!

¡YA VOY!

    Como los chicles malos, hay expresiones que se deshacen en la boca en cuanto las pronunciamos: a ver si quedamos un día, luego te llamo, no tengo nada que ponerme, estamos llegando… Son frases que, más que decir, desdicen.

     En mi casa “¡ya voy!” es trending topic desde hace años, muy por delante de “dame la paga” y “otra vez pescado”. La cofradía de los yavoistas gana por mayoría absoluta (tres hermanos mayores contra dos penitentes de la Hermandad de Nuestro Padre José Cautivo y María Isabel Santísima de la Desesperación). La fe de mis hijos mueve montañas. Montañas, por ejemplo, de ropa sucia. Yo he visto reptar por el cuarto de baño a una familia de toallas de Vila Real de San Antonio, hartas de esperar, como esperaban a Godot (otro yavoista) los protagonistas de la obra de Beckett, a que un buen samaritano las llevara en brazos a la lavadora. Las he visto enroscarse desesperadas como vulgares trapos de cocina intentando llegar al tambor. Yo he visto cosas que vosotros no creeríais.

     ¡Ya voy!: una manera cómoda, descomprometida y mentirosilla de estar en el mundo. Estamos rodeados de gente que ya va pero que no viene nunca. De individuos que predican con el ejemplo de no ir, que desconfían de aquellos que acuden enseguida a la llamada. El mismo Jesús de Nazaret, que hay que reconocer que cuando vino vino de verdad, anunció que regresaría en segunda convocatoria. “Vuelvo pronto”, escribió en el muro del facebook de la Historia aquella mañana luminosa de domingo después de salir del sepulcro con el subidón de la resurrección. Hasta hoy.

     En realidad, ir, lo que se dice ir –no ir por ir, que es tontería- de frente y por derecho, asumiendo el coste personal y social del desplazamiento, no vamos casi nunca. Ir de verdad es agotador. Y revolucionario. El mundo es más amable y menos desapacible porque existen damas y caballeros andantes a los que en cuanto se les llama dicen ¡yo voy! en lugar de ¡ya voy! Hombres y mujeres de bien que van abriendo caminos para que el resto podamos transitar por la vida con la cabeza alta, el corazón caliente y el estómago lleno. El franciscano Ángel Angulo, sin ir más lejos. La de caminos que ha abierto ese hombre.

     (Diario de Cádiz, 9 de mayo de 2014)

2 comentarios

Antonio Sánchez Camacho -

Mi querido pepe y santa Isabel,yo tengo un yavoy pero os puedo asegurar q cuando plancho el montón del yavoy cuadruplica el nuestro ,os compadezco ,un beso y gracias por todo ,y aparte de eso me encanta lo que escribes

Antonio Perez Brea -

No podía ser de otra manera,me gusta mucho lo que escribes, enhorabuena, saludos