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El blog de Pepe Mendoza

MISTERIOS

MISTERIOS

     De entre los innumerables misterios sin resolver a los que el ser humano no ha logrado dar respuesta a lo largo de la Historia, hay uno que me tiene comida la moral desde que me casé: ¿dónde están los calcetines que perdemos para siempre, dejando  triste y sola, como se queda Fonseca, a su pareja de toda la vida? A este enigma inescrutable ha consagrado uno muchas horas de las tareas domésticas sin resultado alguno. Durante más de dos décadas he abierto líneas de investigación que pudieran darme alguna pista fiable sobre el paradero de tantas criaturas de algodón, lana o nailon que hoy sobreviven desamparados en mi casa, refugiados en una bolsa de Mercadona, esperando noticias del que un día fue su uña y carne aunque en pies distintos. El asesinato de Kennedy, la identidad de Jack El Destripador o la venta de APEMSA son a priori casos más complicados, pero se sustentan sobre teorías más o menos contrastadas. Lo de los calcetines, sin embargo, como las obras de la Avenida Micaela Aramburu, sigue formando parte de la categoría de fenómenos paranormales.

     Mi obsesión por encontrar una explicación racional a esa diáspora silenciosa me ha llevado a hacer cosas que ustedes no creerían. En los primeros años de mi matrimonio llegué a pensar que era mi mujer la que los escondía para probar mis niveles de celo en las tareas domésticas. He lavado los calcetines a mano, los he guardado sin lavar y hasta los he tenido puestos durante semanas para asegurarme de que seguían juntos. Vale, sí, una guarrada, pero siempre lo he hecho por necesidades de la investigación. Todo para nada. Al final -o le cogen la vuelta a la lavadora o te la cogen a ti-, desaparecen. Una fuerza telúrica, un triángulo de las Bermudas en el epicentro del centrifugado hace que diariamente en el mundo millones de esos humildes intermediarios entre el pinrel y el zapato se conviertan dramáticamente en singles. En la película Mad Max 3: Más allá de la cúpula del trueno hay una frase que viene al pelo: "Dos hombres entran, sólo uno sale". Lo mismo que pasa con los calcetines cuando los introducimos en ese útero electrónico.

     Y hablando de súbitas desapariciones y de fenómenos paranormales: ¿alguien sabe algo de Antonio Jesús?

     (Diario de Cádiz, 26 de septiembre de 2014)

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