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El blog de Pepe Mendoza

COMUNISTAS

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     En noviembre de 2007, IU propuso retirarle a Franco la medalla de oro de nuestra ciudad y el título de alcalde honorífico que la corporación municipal le otorgó en 1962 (en febrero de 2008, el pleno del Ayuntamiento aprobó la moción, con la abstención del PP). Yo escribí una columna apoyando la medida. Para documentarme, quedé una tarde con tres huérfanos de la guerra que sufrieron directamente la insaciable sed de venganza que perpetraron los ganadores después de acabada la contienda: Rafael Gómez Ojeda, Paco Artola y Pepe Valiente. También estuvo Carmelo Ciria.

     Aquellos cuatro veteranos comunistas, invencibles militantes de la vida, me regalaron una de las tardes más emotivas que recuerdo. Rafael, Paco y Pepe evocaron, como si acabara de suceder, el último recuerdo que conservaban de sus padres antes de que desaparecieran para siempre. Ninguno lo volvió a ver ni vivo ni muerto. Crecieron, amaron y envejecieron juntos intentado desentrañar las claves de aquellos crímenes monstruosos contra unos buenos padres de familia por los que los niños Rafael, Paco y Pepe nunca dejaron de preguntar. Lo más conmovedor es que no había ni unas briznas de rencor en aquellos testimonios. Ayunos de venganza, no pretendían abrir ninguna herida. Solo poder cerrar definitivamente las suyas. Paco y Pepe se fueron con la pena de ese dolor no amortajado.

     Me he acordado de ellos estos días en los que ha vuelto a ponerse de moda escupir con desprecio la palabra comunista. Comunistas que representan lo que representan, ha dicho la presidenta de la Junta con la arrogancia que le caracteriza. Parece que la señora Díaz ha leído poca historia social contemporánea. Con sus luces y sus sombras, los comunistas de base representan, probablemente, la página más decente en la lucha contra el franquismo y por la democracia. Héroes discretos que se jugaron la vida para no renunciar ni al más viejo de sus sueños de justicia y fraternidad. No se cumplieron, pero aquella tarde apacible mis compañeros de conversación se sentían orgullosos de seguir teniéndolos.

     Comunistas, sí, y a mucha honra. Gracias a ellos, a su compromiso insobornable con la causa de los desposeídos, este país sin memoria y sin vergüenza no está peor de lo que está.

     (Diario de Cádiz, 20 de mayo de 2016)