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El blog de Pepe Mendoza

DEDICATORIA

DEDICATORIA

DEDICATORIA

     Para la anciana que en el invierno de su vida acudió a la escuela de adultos de su pueblo para que le enseñaran a leer. Para el yudoca de once años que tras ganar tres combates sin despeinarse, preguntó a su padre, desde el tatami, que dónde estaba la cámara oculta. Para la madre que una noche de verano en Tarragona, iluminada por la emoción azul de las estrellas, bailaba con su hijo, paralítico cerebral, la canción más bonita del mundo.

     Para la amiga con la economía familiar en los huesos que devolvió, sin pensárselo dos veces, un ingreso en su cuenta que no le pertenecía. Para ese viejo militante de izquierdas que sigue cultivando valores sin precio. Para los amigos de la quinta de Iríbar con los que cada mañana de sábado juego el partido del siglo, porque no hay remedio más eficaz contra los achaques de la edad que correr detrás de esa vieja pelota que nos devuelve a los recreos de la infancia.

     Para el niño que en la medina de Fez clavó su mirada de desposeído en el corazón de mi conciencia de privilegiado. Para esa pareja, unida en la desventura, que comparte el mismo techo y el mismo drama existencial. Para la misionera que volvió a casa por Navidad y contempla perpleja esta orgía de consumo indecente. Para el abuelo que se mudó al olvido y sonríe indefenso desde el abismo de la desmemoria.

     Para las inmigrantes que reían la otra tarde en el autobús, conjurando, a carcajada limpia, esa tristeza negra que acompaña al desarraigo. Para los compañeros y compañeras con los que comparto, en régimen de alquiler, esta esquina de papel, por la que camina, buscando una columna en la que cobijarse, la letra pequeña de la vida. Para esa opositora, madre de familia numerosa, a la que nadie podrá arrebatarle nunca la gloria del intento.

     Para todos ellos va esta última columna del año. Y para usted, mi más sincero deseo de esa felicidad trabajada que se forja al calor del esfuerzo diario y que, cuando tiene a bien comparecer, trae incorporada la dicha de haberla merecido.

     (Columna publicada en Diario de Cádiz el 31-12-2009)