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El blog de Pepe Mendoza

DULCE COMPAÑÍA

DULCE COMPAÑÍA

DULCE COMPAÑÍA

De desagradecidos anda España tan sobrada como de chorizos, patriotas de pacotilla y figurantes de medio pelo, y esa debe ser la razón por la que hay personas que jamas han reparado en la tutela generosa del que con nosotros va desde que la cigüeña nos dejó en aquella antigua casa de vecinos. Como si fuera la caprichosa casualidad la responsable de que el ascensor baje sin tiranteces o la que nos despierta algunas noches de esa pesadilla antigua en la que se nos queda la boca como al Risitas.

El mío acumula ya 55 años a mi servicio, 15 trienios y pico velando sin usura por la integridad física y sentimental de un servidor, que se dice pronto. Es verdad que también está mayor, que cada vez se apresura más despacio, pero mi querido protector madruga cada mañana a sus achaques y continúa desviviéndose por este pobre hombre al que algunas veces, en épocas de pertinaz sequía, ha tenido que dictarle incluso sus artículos.

Y aquí sigue, rescatándome todavía de las habitaciones oscuras de la infancia, ayudándome a cruzar el viejo puente que separa el pasado del mañana, ofreciéndome sus alas para que pierda de una vez el miedo a volar. Y aquí sigue, sin haber disfrutado nunca ni de un día siquiera de asuntos propios.

Y aquí sigue, en fin, sin desampararme ni de noche ni de día, pues él sabe de sobra que me perdería.