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El blog de Pepe Mendoza

MIX OPERATION (OPERACIÓN REBUJITO)

MIX OPERATION (OPERACIÓN REBUJITO)

MIX OPERATION (OPERACIÓN REBUJITO)

     No se si se han percatado de que El Puerto es esta primavera el principal destino de los Servicios de Inteligencia. La dedicatoria de la feria a los Estados Unidos ha congregado en nuestra ciudad a la flor y nata del espionaje mundial. Esto parece Tánger a mediados  del siglo pasado. No se veía un crisol de razas parecido desde la batalla del Guadalete. Están por todos lados, salvo en Puerto Escondido, un sitio demasiado obvio. Se marcan a ellos mismos con la misma intensidad con la que Gentile marcó a Maradona en el Mundial 82. Y, no se confíen,  vigilan también nuestros movimientos por tierra, mar y twitter. La comunidad internacional no quiere que los nietos de Mr. Marshall adquieran ventaja otra vez, por muy gordos y sanos que sigan viniendo. Así que en estos días da gusto ir por el centro y ver a lo más granado del cotilleo geopolítico disfrazados de lugareños, con los atuendos ya típicos de la temporada de verano: la camiseta blanca interior de tirantes, los pantalones vaqueros piratas y las chancletas o las sandalias cangrejeras de toda la vida de Dios y de Menesteo.

     Salvo para escritores de raza como el que firma esta joya del periodismo de investigación, la verdad es que es complicado distinguir a un espía de un vecino del barrio alto, tal es la perfección con la que la mayoría de los países han logrado clonar a los nativos del lugar. El otro día, en el restaurante chino de Fermesa almorzaba un tipo que tatareaba la banda sonora de Casablanca con la voz impostada de Ruibal. Tenía aspecto de norteamericano, maneras de francés, iba vestido de penitente de Los Cerillitos y se estaba hincando media docena de rollitos de primavera con una jarra de cerveza alemana como la deuda de Suvipuerto de grande. Estaba claro que era israelí, a mí me la va a dar. Son los mejores. O los peores, según se mire.  Los de la CIA también se esmeran bastante. El domingo en Vistahermosa había un tío vendiendo patatas fritas que era clavao al Papi. Igual de negro por dentro, igual de blanco por fuera, con las mismas resurrecciones a cuestas y el mismo dinero en el banco. Pero un detalle sin importancia que para cualquiera podía haber pasado desapercibido, a un servidor, alumno aventajado de Vaughan, le hizo caer en la cuenta de que no era el auténtico. Hubo un momento en que le traicionó el idioma y en lugar de decir “¡Qué alegría de verano!”, dijo “What summer happiness!”. Luego intentó disimular con lo de que todo lo verde lo seca y eso, pero ya era tarde.  

     Si esas cosas pasan en el centro imagínese en la feria, con la caseta norteamericana en el epicentro del real y  Los Hombres de Harrelson, Starsky y Hucht, Kojak, Colombo, McCloud, Banaché y toda esa gente apostada detrás de los puestos de algodón,  arriba de la noria o debajo de Helo-Libo. Yo estuve en la velada y había familias enteras que hablaban con la mano en la boca, como los futbolistas. Todas las precauciones son pocas. A la portada, por ejemplo, no pienso acercarme. ¿Por qué creen ustedes que tiene 23 metros de altura y una estructura de andamios interiores? Efectivamente: porque desde las garitas camufladas que han colocado arriba del todo, los sobrinos del Tío Sam controlan los flujos migratorios en general y los flujos y reflujos en particular de aquellos que buscan un punto de apoyo para tomarse la penúltima. Fuentes bien informadas aseguran que contemplan también la posibilidad de instalar un escudo antirotondas. Si usted no puede evitarlo porque es un clásico de los que siempre accede a los sitios por la puerta de entrada, nada de gestos bruscos, ningún zig zag sospechoso por muy borracho que esté, que le pegan tres tiritos y encima le dan un peluche descolorido de Piolín. Yo estoy entrando por Las Nieves, que ya sabemos desde la batalla de Leningrado que el frío dificulta mucho las estrategias militares.

     Hay atracciones, además, que no pienso pisar. Las tómbolas, por ejemplo. Cualquiera sabe a qué terminal está conectado el micrófono y lo que significa en el lenguaje cifrado “a por otro perrito piloto”. O a dónde lleva al final el laberinto de los espejos: ¿a Guantánamo, a Crimea, a Pekín? O, yo qué sé, quién se esconde detrás de la careta de la bruja del tren de los escobazos. Desconfié también de todo aquel que se ofrezca, por muy buena gente que parezca, a echarle un cable. Seguro que es de fibra óptica y lo que quieren es fisgonear sus llamadas y sus correos electrónicos.

     Mix Operation (Operación Rebujito) han bautizado los yanquis la misión para controlar El Puerto, la feria y a la competencia. Qué tíos. Están en todos sitios. Lo mismo aparece Obama el lunes repartiendo hamburguesas en la tartana de Tere. Ellos son así. Se apuntan a un bombardeo.

     (Diario de Cádiz, 25 de mayo de 2014)