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El blog de Pepe Mendoza

PERSONAS WINDOWS

PERSONAS WINDOWS

PERSONAS WINDOWS

     Hay algo peor que ser secuestrado por un grupo de whatsapp: tropezarse con una persona windows. Una persona windows es aquella de la que has intentado escapar sin éxito cambiándote de acera y que, tras el olakease de rigor y una inmovilización tipo mozos de escuadra para que no te vayas, empieza a abrir conversaciones compulsivamente sin cerrar ninguna. Es como si tuvieran un troyano en la lengua.

     Yo, que llevo una época en la que tengo la impresión de que todo el mundo me cuenta sus historias y yo no hablo nunca, sufrí el otro día el acoso de un conocido que vomitaba titulares.  El Erasmus de la niña, los vivos de su empresa, los muertos de la crisis, el pelotazo del “monkigui”, la barriga de Messi, el niño del Papa, el cura de Bárcenas, el cotilla de Obama, Nueva pestaña (Ctrl+T)… Terminé como Kiko, el del Chavo del 8, con los mofletes hinchados y gritando ¡cállate, cállate, que me desesperas!

     Hablar está bien, pero hablar poco y centradito está genial. Cada vez me cae mejor la gente de pocas palabras, esa que no habla por no ofender. La vida es muy corta, no hay tanto que contar. De la actual inflación de relatos tienen mucha culpa los psicólogos, que se empeñan en que lo verbalicemos todo, hasta los silencios. Tonterías. ¿Por qué enredarse con un folletín cuando podemos explicarlo todo con un aforismo? A mí me parece de muy mala educación que un compañero de trabajo invada tu mesa para contarte que en el hotel en el que estuvo en el puente de tosantos la comida era demasiado rica en hidratos de carbono y que el colchón de la habitación no respetaba la curvatura natural de la columna vertebral. Con comida mala, cama dura, va que chuta. Siempre recuerdo una presentación de Fernando Gago en la que dio paso al conferenciante de esta forma: Buenas noches, seré breve, muchas gracias.

     Hablar por hablar, insisto, es absurdo. No hay tantas cosas interesantes que decir. Y lo verdaderamente interesante se puede expresar con las palabras justas, las estrictamente necesarias, ni una más. Desde los griegos, además, está casi todo dicho. No sé, igual estoy exagerando y ando todavía traumatizado por el plasta windows ese del otro día.

      (Diario de Cádiz, 8 de noviembre de 2013)