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El blog de Pepe Mendoza

UN CORREO

UN CORREO

UN CORREO

       El otro día recibí uno de esos correos absurdos que reenvía la gente que se aburre mucho. La fecha de tu muerte, se llamaba. Como suelo hacer siempre, le di inmediatamente a eliminar, pero al caer en la papelera de reciclaje el email rebotó en el fondo y voló, con una fuerza que un exorcista definiría como diabólica, hacia el centro del escritorio.

     Atenazado por los nervios, cometí el error de cerrar los ojos y abrir el correo, cuando lo que quería hacer era justamente lo contrario. Una música fúnebre salía no se muy bien si de los altavoces o de alguna habitación oscura de mi infancia.

      Empecé a leer y una voz que no era de este mundo me animó (es un decir) a cumplimentar una ficha de esas que rellenas cuando te das de alta en El Ocaso: nombre, edad, enfermedades graves, vicios, otros achaques, etc. Estuve punto de darle a escape, una tecla que jamás imaginé que fuera tan importante en el conjunto del teclado y de la vida, pero pensé que abandonar en ese momento la ventana virtual del ordenador podría tener consecuencias irreparables sobre la ventana real de mi existencia.

      Así que, con la tensión por las nubes y el ánimo por los suelos, cumplí escrupulosamente las instrucciones, contestando a todas las preguntas. De repente, me topé con una lápida, real como la muerte misma, en la que aparecían esculpidos todos mis datos, salvo, obviamente, un campo en blanco en el que figuraría, al acabar el ejercicio, el día menos pensado. Finalmente, pulsé  en "Calcular fecha": quise no ver para no creer y antes de conocer el resultado me fui corriendo a la cocina a por un vaso de agua. Cuando volví, diez padrenuestros después, tras hacer examen de conciencia y leer a Quevedo en el cuarto de baño (cerrar podrá mis ojos la postrera/sombra que me llevaré el blanco día, etc.), el ordenador estaba, sorprendentemente, reiniciándose.

      Ahora ando hecho un lío. No sé si desde un punto de vista estrictamente informático he vuelto a nacer, o si, atendiendo sólo a cuestiones biológicas, debería formatear, por simple precaución,  el disco duro de mi porvenir.

      (Columna publicada en El Diario de Cádiz el 04-06-2009)