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El blog de Pepe Mendoza

VÍCTIMAS PROPICIATORIAS

VÍCTIMAS PROPICIATORIAS

VÍCTIMAS PROPICIATORIAS

     Contaba una vez un veterano columnista, que en los años 50 se hizo célebre el subtítulo de una noticia que apareció en no recuerdo qué Diario. Decía, refiriéndose a las víctimas de un accidente de tren ocurrido en nuestro país: “Afortunadamente, todos los muertos viajaban en tercera”. Para el periodista que cubría la información, a pesar de todo, había que felicitarse, pues dentro de lo malo (el fatal descarrilamiento), afortunadamente  pasó lo mejor (perecieron los menos importantes).

    Recuerdo otro titular, mucho más reciente, en un periódico de Madrid, que me llamó poderosamente la atención: “Llega a su casa y encuentra a su mujer violada y asesinada”. En este caso, el redactor dejaba entrever que lo verdaderamente noticiable no era que la pobre señora hubiera sido masacrada, sino que su esposo llegara al hogar después de una dura jornada laboral  y, en lugar de encontrarse la sopa caliente encima de la mesa, se diera de bruces con ese suceso tan terrible como inmerecido.

      Me acordé de este par de anécdotas el otro día, mientras leía una entrevista a Albert Boadella, ese bufón incómodo que salió de Cataluña en defensa propia y al que uno prefiere lo más alejado posible del Poder. Lo peor, pensé, no sucede cuando se reproducen ideologías totalitarias con el propósito de fanatizar a la plebe y estigmatizar al disidente. Lo peor se da cuando los viajeros miserables, las mujeres maltratadas o los cómicos que siguen declamando que el rey va desnudo, se convierten en víctimas propiciatorias, simplemente porque el clasismo, el machismo, o la paranoia identitaria de los de la boina o el caganer, es tenida por natural.

      Como la xenofobia en Europa, que parece que vuelve, avalada por los gobiernos democráticos de los 27, con una naturalidad que sobrecoge. Afortunadamente, eso sí, las víctimas de esta nueva deriva  hacia el viejo fascismo de toda la vida, siguen viajando, al menos por ahora, en tercera.

     (Columna publicada en Diario de Cádiz el 07-10-2010)