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El blog de Pepe Mendoza

ASUNTOS PROPIOS

ASUNTOS PROPIOS

ASUNTOS PROPIOS

     Para el parado de larga desesperación que se encadenó a la puerta de la oficina y me pidió por favor que llamara a la prensa porque no tenía saldo en el móvil. Para la niña rumana que se sentó con su madre en mi despacho y me dijo sonriendo en un castellano perfecto que yo tenía un trabajo muy chulo. Para la joven con demasiados huesos que se desmayó en la sala de reuniones y con la que terminé compartiendo dietas calóricas, inyecciones de autoestima y píldoras filosóficas en las Urgencias de Frontela. Para la señora mayor que me pidió llorando que la ayudara a sacar del cajero un certificado de que no cobraba nada y me siguió al salir para pagarme el desayuno. Para el tipo que me amenazó con buscarme por El Puerto y darme una paliza, porque o bien no me encontró, o bien desechó la idea avergonzado en cuanto cayó en la cuenta de que yo no era ni Rajoy ni Susana Díaz.

     Para el limpia cristales que le saca brillo a las ventanas y a las conversaciones uniformado como si fuera a cocinar metanfetamina en la caravana de Breaking Bad. Para los Lázaros que mueren y resucitan cada vez que renuevan el “suicidio”. Para el trabajador al que en una selección de personal para una oferta de empleo rural le pregunté si tenía cargas familiares y me contestó que no, que él era mocito. Para el Director de oficina que fue agredido en el ejercicio de sus funciones por un energúmeno y tuvo que pagarse su defensa jurídica porque en esta Andalucía imparable la Junta tiene dinero para todo pero no para defender la dignidad profesional de sus funcionarios.

    Para los compañeros y compañeras que me soportaron durante trece meses, veintiún días y quinientas noches. Para la amiga que me regaló escrita en un post it esta frase que releo cada vez que ni yo mismo me aguanto: “Bastante amarga es la vida como para que además nos pongamos plañideros o mimosos o histéricos, sólo porque algo se puso en nuestro camino y no nos deja proseguir nuestra excursión hacia la dicha”.

     Para la hermana del alma con la que compartí los mejores años de mi vida profesional y a la que a veces le pregunto, por si pudiera oírme, cómo abordar la durísima tarea de no volver a verla.

     Y para Isabel, sobre todo para Isabel.

     (Diario de Cádiz, 27 de marzo de 2015)