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El blog de Pepe Mendoza

EL LUTE

EL LUTE

EL LUTE

     Quiso mejor estar muerto que verse pa toa la via en ese penal, y aquella nochevieja, como Karina en el festival de Eurovisión, soñó un mundo nuevo y se fugó de la prisión criminal en la que los presos "miraban siempre hacia abajo como burros, sin ninguna esperanza". Para entonces, la calle ya le había enseñado que cuando la vida se pone terca sólo hay dos alternativas: caminar o reventar. Así que relevó a Gento, que ese mismo año había dejado el fútbol activo, y corrió por la España simple de Simplemente María que guardaba debajo de la mesa camilla un millón para el mejor.

     Fue el delincuente más buscado, el Bin Laden sin turbante y con caspa del tardofranquismo, sólo que él no delinquía para honrar a Alá, sino a su estómago. Analfabeto pobre, portada de El Caso con la chaqueta raída y el brazo en cabestrillo, cara de Bélmez que aparecía y desaparecía misteriosamente, bandido experto en fugas que saltaba de los trenes en marcha como un Indiana Jones con hambre y sin glamour.

     ¡Que viene El Lute!, nos asustaban los mayores. Y todos corríamos, muertos de miedo, más que Ángel Nieto, Luis Ocaña y Mariano Haro juntos. “Dicen que anda por la calle Larga, preparando fechorías con El Arropiero”, susurraba mi abuela. Eran las crónicas de un pueblo angustiado. Los telediarios decían que había sido visto el mismo día en Sevilla, en Madrid y en Salamanca, su ciudad y la de Santiago Martín, El Viti, un torero que mi padre decía que era tan serio que citaba a los toros en el Juzgado.

     Mi primo Antonio vivía muy cerca del Penal y yo no quería ir a verlo nunca. Me imaginaba al peligroso quinqui saliendo de detrás de un rematojo, arrancándome de la mano de mi madre y retorciéndome el pescuezo como a las gallinas que robaba.

     Eleuterio Sánchez estuvo hace unos días en el penal de El Puerto, ese pudridero de hombres en el que tuvo que arrastrar los pies durante seis años, para contar la verdadera historia de aquel bandolero que caminó hasta reventar. “Cuando entraba, os juro que he estado a punto de volver a escaparme”, confesó. No pude acudir a escucharlo. Me hubiera gustado decirle que le tuve tanto miedo como a los hermanos Malasombra, unos tipos que, ellos sí, eran malos de verdad.

     (Diario de Cádiz, 21-07-2007)