Blogia
El blog de Pepe Mendoza

FUNCIONARIOS

FUNCIONARIOS

FUNCIONARIOS

     Pongo la radio nada más levantarme y escucho esa sección tan divertida que se ha convertido en un clásico de los informativos: Déle al funcionario. Hoy la abre otra vez la Sra. Aguirre, que es fija en la atracción. El Estado de Bienestar no da para todo y hay que recortar lo superfluo, dijo hace unos días. Lo superfluo, ya lo habrán adivinado, son los funcionarios: un 3,3 % menos en la nómina de los de carrera, un 10 %  en la de  los interinos.

     Hubo un tiempo, sin embargo, allá por los primeros años del S. XXI a.c. (antes de la crisis), en el que los empleados públicos despertábamos más conmiseración que ira, un sentimiento mucho menos peligroso. No es lo mismo que te pasen la mano por el lomo y que te digan que pedir no es fácil para nadie, pero que si triste es de pedir, más triste es de robar, a que te peguen un puñetazo en la boca del estómago de las pagas extras, como han hecho Griñán y Valderas (sí, sí, Valderas, el de las tragaderas gordas).

     Recuerdo que aquellos días de ladrillo y bochorno las almas más caritativas incluso te pagaban a veces el desayuno, cóbrese lo del pobre ese de la esquina, que además es del Atleti, qué pena de chaval. Tiempos en los que un peón albañil presumía de ingresar tres mil boniatos al mes, mientras su mujer se jactaba en la clase de Pilates (qué nombre más feo, Vane, para un deporte tan bonito, con lo mal que se portó ese tío con Jesucristo) de tener ya los billetes para irse en verano a Todo Incluido, provincia de Cancún. 

     Eso fue hace años, aunque parece que han pasado siglos. Hoy el peón albañil anda aparcando coches en la plaza de toros, todavía sin ser consciente del país en el que realmente vive. Su ex mujer cambió de acera y ahora vive con la Vane, 300 euros de pensión para las dos, todo incluido. Mi nómina ha seguido bajando, más o menos a la misma velocidad con la que los granujas de turno pretenden devaluar mi honradez profesional. Como terapia de choque, he pensado reescribir aquel libro titulado “No le digas a  mi madre que soy publicista; ella piensa que trabajo de pianista en un burdel”. No le digas a mi madre que soy funcionario; ella piensa que trabajo de columnista en un periódico.

     (Diario de Cádiz, 8 de junio de 2012)