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El blog de Pepe Mendoza

LA BUENA EDUCACIÓN

LA BUENA EDUCACIÓN

LA BUENA EDUCACIÓN

     Albert Camus fue siempre un tipo agradecido. Nada más recibir el Nobel de Literatura, le escribió una emotiva carta a su maestro de primaria, German Louis. “Cuando supe la noticia pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de esto”. La madre de Camus, viuda, sordomuda y analfabeta, fregaba suelos de sol a sol en un barrio obrero de Argel. Al señor Louis le costó convencerla de que Albert era un niño demasiado avispado para dejar de estudiar y ser explotado en empleos precarios, por mucha falta que hiciera el dinero en casa. Como no se fiaba, acompañó al chico en el tranvía al examen de ingreso en Bachillerato, lo dejó en la puerta del Instituto y esperó sentado en un banco el resultado. Superada la prueba con nota, aquel maestro generoso y tozudo consiguió que le concedieran una beca.

     Comienza un nuevo curso escolar y piensa uno en la cantidad de camuses, que, pese a contar con el talento necesario, se malograrán por falta de madurez personal y de apoyo familiar, por la ausencia de políticas consensuadas que prohíban las ocurrencias partidistas y faciliten de facto el derecho de todos a una buena educación. El 25% de los jóvenes españoles, uno de cada cuatro, ni estudia ni trabaja. En nuestra Comunidad, esa que un día fue imparable y acumula no sé cuántas modernizaciones, nos salimos de las gráficas: estamos en un 28,8%, casi 4 puntos por encima de la media nacional y 16 por encima de la europea.

     La educación pública se desangra y las señoras y los señores Louis que se dejan a diario  la voz, la paciencia y la salud en las aulas no dan abasto. Son los valerosos maestros y maestras que trabajan humildemente por disminuir el abismo cultural que separa a los formados de los ignorantes. Los que hacen lo imposible para que el talento de los más desfavorecidos no se pierda. El de aquellos que, como dice Muñoz Molina, “más necesitan la escuela para avanzar socialmente, para descubrir y desarrollar sus propias capacidades, para encontrar un sitio justo en el mundo”. O, por lo menos, un poco menos injusto.

     (Diario de Cádiz, 12 de septiembre de 2014)