Blogia
El blog de Pepe Mendoza

LA CIUDADANÍA, TAMBIÉN IMPARABLE

LA CIUDADANÍA, TAMBIÉN IMPARABLE

LA CIUDADANÍA, TAMBIÉN IMPARABLE

     En casa estamos ilusionadísimos con el inicio de la campaña electoral. Si la precampaña ha sido tan rica en propuestas, tan abundante en matices, imagínense a partir de mañana, que empieza lo bueno. Así que nos hemos conjurado los cinco para no perdernos ni uno solo de los espacios de propaganda que ponen después de los informativos. Sí, ya se que no somos los únicos, que la política ha vuelto a los barrios,  a las fábricas, a las peñas.  

     Qué diferencia con respecto a otras convocatorias. Lo que hemos madurado con la crisis. Ha sido comprobar que el bolsillo se achicaba y la adversidad se agrandaba, y tirarnos todos a la calle haciendo gala de un coraje civil que ha dejado en pañales las revueltas árabes. Con tanto ajetreo militante, casi no  hemos tenido tiempo de ver los cuatro clásicos, ni la boda de Catalina, ni “Hace falta valor”, ese programa de la televisión andaluza que puede que haya sido el detonante de esta revolución silenciosa. Y claro, la clase política no ha tenido más remedio que tomarnos en serio de una vez por todas.

     Verán como de aquí al final de la campaña a ningún político se le va a ocurrir ya insultar a otro, ni hacer chistes ofensivos sobre mujeres, homosexuales o inmigrantes. Tampoco habrá candidatos que se atrevan a acudir a los mercados,  porque es mejor no tocarle las criadillas a un carnicero indignado, con el frigorífico lleno de telarañas y el cuchillo jamonero asomando por el mandil. Pasarán a mejor vida las metáforas nunca entendidas del candidato besando niños, del candidato montando en bicicleta, del candidato vestido de algo en alguna romería. Es la honradez y el trabajo bien hecho, y no la demagogia y la sensiblería, lo que empieza a cotizar al alza en las urnas.

     Por lo demás, desconfíen de la interpretación que los medios hacen de las encuestas. Que haya tanto indeciso no significa, como antaño, que la gente pase de la política, sino todo lo contrario. La reflexión ya no es solo una jornada que figura al final del calendario electoral. Esto ha cambiado mucho.

     (Diario de Cádiz, 5 de mayo de 2011)