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El blog de Pepe Mendoza

LA VILEZA

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     "Un militar ha fallecido y seis  personas han resultado heridas, una de ellas muy grave, tras la explosión de un coche bomba esta madrugada frente al Patronato Militar Virgen del Puerto de Santoña" (Diario Gara)

     Si no lleváramos casi cuarenta años años enterrando muertos (más de 800), si no existiera la memoria dolorida de las víctimas, si no estuvieramos ya cansados de asombrarnos ante tanta vileza, usted y yo nos asomaríamos ahora al ambiguo titular que encabeza esta columna y nos haríamos algunas preguntas tan ingenuas como necesarias.

     Leemos: un militar (que no alcanza, parece, la categoría de persona) ha fallecido. ¿De un ataque al corazón, atropellado por un tren, tal vez en un accidente laboral, quizá se suicidó tras una larga depresión? Las mismas interrogantes se nos abren ante las seis personas (que no deben ser militares) heridas: ¿por el desprendimiento de la cornisa de un edificio en ruinas? ¿un ajuste de cuentas entre familias? ¿una atracción de feria que no pasó las inspecciones técnicas? ¿un accidente de tráfico por exceso de velocidad?

     Sigamos leyendo. "Tras la explosión de un coche bomba". Es probable que la tecnología haya avanzado tanto por ahí arriba que los coches y las bombas no necesiten de personas que los manipulen. A lo mejor, yo qué se, en algunos pueblos  oprimidos de Euskadi los vehículos ya circulan sólos y son tan fantásticos como los delirios estalinistas de los de la boina calada hasta las cejas, y hasta las explosivos pasean también la mar de independientes por el centro de Bilbao o de San Sebastián. Puede darse el caso, en fin, que la fatalidad  haga que coche y bomba coincidan casualmente en la esquina de una calle cualquiera y esa unión fortuita acabe en tragedia por una impredecible  pirueta del destino.

     Hay que tener el alma muy podrida, hay que estar muy enfermo de odio, para titular así en la portada de un periódico. El régimen nazi acabó narcotizando a la sociedad alemana a través de la perversión interesada del lenguaje. Robarle la verdad a las palabras, esa es la primera  misión de los tiranos.

     (Columna publicada en Diario de Cádiz, el 27-09-2008)