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El blog de Pepe Mendoza

PUNTO Y APARTE

PUNTO Y APARTE

PUNTO Y APARTE

     El sábado 8 de octubre de 2005, aparecí por primera vez, como columnista de desconocido prestigio, por esta ciudad de papel. Francisco Andrés Gallardo, ese sofalícola con alma de bolero, y, posteriormente, Teresa Almendros, siempre elegante en el fondo y en las formas, me abrieron fraternalmente  las puertas de su azotea en la calle Larga y me dieron 2.000 caracteres con vistas al Guadalete.

     El jueves 23 de octubre de 2008,  Rafa Navas, director y caballero, me propuso adelantar mis ocurrencias a las primeras páginas. Le dije que no, pero el entendió que sí. Para convencerme de la necesidad del traslado, le faltó esgrimir que yo era como aquel personaje de Moliere que un día descubrió que llevaba toda la vida hablando en prosa sin saberlo, solo que un servidor hablaba en columnas. Fueron, exactamente, 151 y 500 noches.

     Durante este tiempo he procurado ser fiel al primer mandamiento del maestro Manuel Alcántara: no aburrir ni a Dios, sobre todas las cosas. Sé que no lo conseguí, pero nadie puede quitarme la gloria del empeño. Escribí siempre con alegría, con la paciencia amable y atenta con la que labora el artesano. Intenté, como los buenos toreros, arrimarme y exponer. Quise consolar al afligido y afligir al consolado. Confirmé, a través de rostros y nombres, que la felicidad no necesita de la belleza tanto como la desventura. Y que los derrotados, vengan las crisis que vengan, seguirán siendo invencibles.

     Mi escaso talento literario la compensé con otros méritos de los que sí presumo con orgullo: no falté nunca, en estos seis años, a la cita quincenal con los lectores; jamás tuvieron que llamarme del periódico para reclamarme el artículo. Un artículo que, al menos para mí, fue siempre de primera necesidad.

     Espero que no me tomaran nunca ni completamente en serio ni completamente en broma. Y que hayan sabido disculpar mis acreditadas carencias en este difícil arte de poner bien puestas unas palabras detrás de otras.

     Un último ruego: hagan ustedes el favor de ser felices.

     (Diario de Cádiz, 25 de agosto de 2011)