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El blog de Pepe Mendoza

RAMÓN BAYO

RAMÓN BAYO

RAMÓN BAYO

     Decía Ortega que un historiador es un profeta al revés. Don Ramón Bayo Valdés, coleccionista de instantes, aficionado desde chico al recuerdo,  pasó los mejores años de su existencia inventariando enseres, recomponiendo, con paciencia y pulcritud de relojero, las esquirlas desprendidas de un pasado por el que  transitaba convencido de que nada de lo que fue digno un día debe desaparecer. A esa afán consagro el rumbo de las horas, en ese empeño trabajó con vocación de amanuense, sin importarle lo más mínimo que, también sobre su fotografía, un día el tiempo habría de ponerse amarillo.

     Cuentan los que tuvieron la suerte de tratarle que, en su domicilio de la calle San Francisco, se hallaba el código genético de nuestro pasado más decente: fotos de un Puerto con las fachás  encalás, calles de chinos peluos,  etiquetas de botellas de vino que aún conservan el esplendor de una ciudad que vivía las vendimias como una epifanía. Aquella casa era un reverbero humilde que iluminaba, tenaz y orgulloso, la entrada en un porvenir por el que era imposible extraviarse.

     ¡Qué quietas están las cosas y qué bien se está con ellas!, escribió Juan Ramón Jiménez, como si conociera de toda la vida a nuestro paisano. Se fue Don Ramón soñando con recogerlas en un museo, aunque  ya intuía, con el pesimismo esperanzado de los sabios, que aquella promesa de ubicar sus colecciones en los bodegones de la Plaza de Toros era una argucia falaz para mercadear unos cuantos votos. "El día de mañana estas piezas se perderán para el Puerto", vaticinó poco antes de partir a explorar otros lugares.

     La segunda muerte del señor Bayo, tuvo lugar, como saben, hace unos días. El legado de nuestro coleccionista más inquieto se irá, si nadie pone coto al despropósito, fuera de la ciudad, y será gestionado por manos privadas.

     Me debo estar quedando sordo, porque aún no he oído a la primera autoridad municipal responsabilizar al anterior equipo de gobierno, a la Junta de Andalucía y a Rodríguez Zapatero, de este desprecio intolerable.

     (Columna publicada en Diario de Cádiz el 02-02-2008)