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El blog de Pepe Mendoza

SOBRE NÁUFRAGOS Y TUMBAS

SOBRE NÁUFRAGOS Y TUMBAS

SOBRE NÁUFRAGOS Y TUMBAS

     La noche en que iban a morir, el agente de turno de la Sociedad  Estatal de Salvamento y Seguridad Marítima dejó grabada en el registro de transmisiones la siguiente inquietud: "Me cago en los muertos, como aparezcan 30 tíos en el agua esta noche, me dan el fin de semana".

     Nada sabemos sobre cómo pasó el trabajador en cuestión aquellos días que, en principio, iba a consagrar al ocio. No tenemos noticias del grado de frustración con el que afrontó la pérdida irreparable de algunas de sus sagradas horas  de descanso.

     Sí hay datos, sin embargo, que avalan que no fueron 30, sino 37, los tíos que aparecieron flotando sobre las aguas de la bahía. Que hubo, además, dieciséis desaparecidos. Consta, también, en las hemerotecas, la recreación de la angustia que precedió a aquellas muertes que le chafaron el sábado y el domingo a nuestro protagonista y, subsidiariamente, el resto de fines de semana de sus miserables vidas a un montón de moros, más pobres que las ratas, que pretendían desembarcar en el paraíso a bordo de una madera recubierta de poliéster.

     Un golpe de mar terrible y homicida en una noche de temporal. Una llamada urgente a la Guardia Civil, solicitando una embarcación para salir a auxiliarles (todas estaban averiadas). La Base Naval de Rota que se inhibe del asunto. La orden de suspensión de la búsqueda al divisarse los restos de la patera y convenir el equipo de rescate que los inmigrantes habían pisado  tierra y habían huido al interior. 

     Lo que vino después, ya lo conocen. La rápida expulsión de los supervivientes por parte de la Subdelegación del Gobierno. La ausencia de acusación particular que hubiera permitido la solicitud de indemnizaciones para las familias de las víctimas. La solidaria actuación del Parlamento andaluz, impidiendo la formación de una comisión de investigación. La sentencia, en la que el propio tribunal reconoció que no había entrado a juzgar muchas responsabilidades públicas y privadas.

     De la identidad de los desaparecidos y de los muertos (que fueron enterrados sin nombre) nunca más se supo. No hay noticias, tampoco, de con qué humor llegó el lunes a su puesto de trabajo el compañero agente, tras aquel horroroso fin de semana en el que unos desgraciados le habían hecho trabajar más allá de lo estipulado en convenio.

     (Columna publicada en Diario de Cádiz el 27-10-2007)