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El blog de Pepe Mendoza

VÉRTIGO

VÉRTIGO

VÉRTIGO

     No se cómo llevan ustedes eso de ser, de un día para otro, campeones del mundo. Les confieso que yo estoy empezando a preocuparme. Pánico me da no saber gestionar bien esta merecidísima victoria. Temo, porque me conozco, que se me vaya la olla, y acabar, al final, como Maradona, o como Pancho (el de Verano Azul), o como Camilo Sesto.  Algo de mí, algo de mí, algo de mí, se va muriendo. De éxito.  

     Hasta el domingo por la tarde, uno no era más que un pobre hombre, un pusilánime que intentaba llevar con discreción la insoportable levedad de una existencia tibia, más proclive a las rutinas de la pesadumbre que a los afanes de la dicha. Un mediocre, en fin, con un brillante curriculum de perdedor, apenas ensuciado por pequeños éxitos de mierda. Un accésit en la modalidad de redacción, en la campaña Navidad con Amor de 1973; un tercer puesto en un trofeo de rentoy de la barriada; un LP de Los Pecos en un concurso de El Gran Musical… El balance es, no hace falta que me lo digan, ciertamente desolador.

     Hay que tener la cabeza muy bien amueblada para acostarse una noche sabiéndose un don nadie y levantarse, a la mañana siguiente, con una estrella en la pechera del pijama y una copa de cinco kilos de oro puro encima de la mesita de noche. Es cierto que, por primera vez en mi vida, el lunes, cuando desperté, el dinosaurio del pesimismo mundialista ya no estaba allí. Ni tampoco Cardeñosa, ni  Eloy, ni Tasotti, ni Algandur. Pero me está pudiendo el vértigo.

     Ser campeón del mundo, lo reconozco, me viene grande. La vida está llena de pobres juguetes rotos que no supieron digerir con naturalidad las mieles de una gloria repentina. Uno siempre había pensado, tal vez para justificar su propia medianía, que se aprende más de las derrotas que de los triunfos, y teme que esta hemorragia de felicidad traiga consigo la inevitable cuota de ignorancia y altivez que destila la fama.

     Ahí tienen al pulpo Paul, que ya ha anunciado su retirada, incapaz de aguantar la presión. Yo también me estoy viniendo abajo.

      (Columna publica en Diario de Cádiz el 15-07-2010)