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El blog de Pepe Mendoza

NO SIN MI COCHE

NO SIN MI COCHE

     Metidos ya de lleno en el Mes Nacional del Sablazo (¡qué ambientazo, por las tardes, en las papelerías!), celebrábamos ayer (es un decir) el Día Mundial Sin Coches. Cada veintidós de septiembre oímos, por la radio del coche, que el seguimiento de tan justa reivindicación apenas tiene repercusión en las calles españolas. Todos de acuerdo, eso sí, en que los índices de contaminación que sufre el planeta, etcétera, etcétera, pero que nadie se atreva a tocarnos, ni siquiera por un día, el Nissan Patrol con frenos ABS, cuatro airbag, retrovisores con regulación eléctrica, navegador y volante con detalles de piel y madera. Bastante generosidad derrocha uno sumándose a las grandes causas globales, para que encima tengamos que sacrificarnos con minúsculas adhesiones personales que laceran nuestro más que merecido nivel de vida. Día Mundial Sin Coche, por supuesto. Día Mundial Sin Mi Coche, ni mijita. Por cierto: ¿te gusta conducir?

     En veinticuatro horas no se recupera la capa de ozono. Si nos ponemos, nos ponemos. Pero en serio. Sin mariconadas. ¿Van a dejar los pájaros de trinar desesperados pidiéndonos el ventolín porque el veintidós de septiembre vayamos andando al cuarto de baño? ¿Van a nacer los niños con menos plomo en la sangre? ¿Van a respirar mejor las palmeras del Parque porque usted reprima una mañana "el ibiza que lleva dentro"? ¿No quedamos en qué las bicicletas son para el verano? ¿Cómo va a ser lo mismo escuchar a Jiménez Losantos en un monumental atasco a la entrada de El Puerto que oírle bramar paseando tranquilamente por la Ribera del Río? Y lo que es más importante: ¿en quién nos cagamos ese día?

     Además, andar, créanme, levanta sospechas. Si uno pasea por la calle sin destino predeterminado es fácil convertirse en presunto-algo para la policía. Nadie despierta más recelos que una persona que camina hacia ninguna parte. Es por eso que el paseo, ese peregrinar con pausas y sin prisas, es un deporte extravagante y minoritario que sólo practican los ancianos y los gordos, por prescripción facultativa, y las asistentas de Vistahermosa, por prescripción de la señora, para que le de un poco el sol al niño.

     No somos nadie, y sin coche, menos. Lo saben hasta los niños de guardería. Haga la prueba. Háblele a su hijo de las ventajas del paseo. Por una vez y sin que sirva de precedente, estarán de acuerdo. Claro que mola, viejo, acércame esta tarde que hay ofertas en Zara y he quedado con mi amiga en el McDonalds.

(Columna publicada en Diario de Cádiz  el 23-09-2006)

           

             

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