COLECCIONABLES
Septiembre ya no es el mes de la vendimia, sino de los coleccionables. Ahora, en lugar de pisar uvas, pisamos fascículos, que es lo que hice yo el otro día cuando daba un paseo por una de las pocas aceras de El Puerto que han tenido la inmensa fortuna de no guardar un tesoro debajo. Al agacharme para poner el artículo en su sitio, un título me llamó poderosamente la atención: "Cómo destrozar una ciudad impunemente".
Me interesé por la colección y el quiosquero me preguntó si estaba empadronado. No, es mi carácter, le contesté secamente por meterse donde no le llamaban. Es que si es usted portuense se la podemos personalizar adaptándola a la idiosincrasia local, replicó el hombre derrochando cultura y amabilidad. Le dije que sí y por un euro me dio los dos primeros números.
Las entregas no tienen desperdicio. "A la mierda con el patrimonio histórico" es el primer fascículo, con el que me regalaron una piqueta y un muñeco vudú, con gafas y cara de cabreo, que a mi me recuerda a Luís Suárez. El segundo, "Viaje al centro de esta tierra", recopila, en un DVD interpasivo, testimonios de personas que un día se animaron a poner un negocio en el centro de la ciudad y hoy son empresarios en riesgo de exclusión social, pobres almas en pena y en suspensión de pagos cuyos comercios ya no son de este mundo. Impresionante el relato de un autónomo recordando, entre sollozos, el último par de zapatos vendidos (unos "gorilas" con una pelotita verde).
Como este tipo de industria está siempre atenta a las últimas novedades, ya han previsto sacar un fascículo extraordinario que recogerá ese episodio glorioso de la semana pasada en el que cientos de libros de Cervantes, Clarín, Juan Ramón Jiménez y García Márquez, entre otros muchos, provenientes de la biblioteca de un colegio público, fueron arrojados, con premeditación y algarabía, a un contenedor de basura. Se va a llamar, "Que lean ellos, si pueden". Ellos somos nosotros, creo. Los que nos desfilamos ni bajo consignas ni bajo mazas.
¡Qué colección! La de políticos de la muy noble y maltratada ciudad de El Puerto de Santa María, digo.
(Columna publicada en Diario de Cádiz el 24-09-2009)
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