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El blog de Pepe Mendoza

EL ESTADO DE LA CIUDAD

EL ESTADO DE LA CIUDAD

     En la novela “Conversación en la Catedral”, el protagonista, Santiago Zavala, se pregunta  en qué momento se había jodido el Perú. Más o menos lo mismo se preguntaba uno el otro día, después de leer la crónica del Pleno (tenso y sin propuestas, según este diario), sobre el Estado de la Ciudad: ¿en qué momento se jodió El Puerto?

     No hace falta encerrarse en las solemnidades del salón municipal para hacer un diagnóstico certero de la situación. Es más, hay mejores vistas, la mayoría a pie de calle, para asomarse a la realidad y comprobar el estado mental y físico del paciente: una depresión de caballo, del caballo blanco del hotel Melia, y una mala cara que sobrecoge. Una cuestión adicional, no menos importante: ¿cuándo dejó de dolernos este patio de vecinos bañado en añiles desde el que aprendimos a mirar el mundo?

     Al Puerto lo jodieron mucho algunos y lo jodimos un poco entre todos. No hemos tenido suerte, no, con la mayoría de las juntas directivas de la Comunidad. Algunas gestionaron las zonas comunes y el dinero de las cuotas con la misma legalidad con la que los Corleone arreglaban las cuentas de la familia. Pero ni la incapacidad ni la mala fe en el ejercicio de los cargos eximen al resto de inquilinos de sus responsabilidades cívicas.

     Todo empezó mucho antes de que perdiéramos las banderas azules de las playas (alguien debería explicarle a la concejala, como nos lo explicaban los de Barrio Sésamo, la diferencia entre ser de turismo y estar de turismo). Antes, mucho antes, de que cayeran lágrimas de piedra de la Iglesia Mayor y las campanas doblarán por su Historia. Antes, mucho antes, de lo del Hospital Municipal, de lo de las palmeras, de lo del Vapor, de lo de la Casa de las Cadenas…

     El Puerto empezó a torcerse el día en el que nos robaron los barcos y la honra. Y las bodegas. Y las dignidades del trabajo. Y el orgullo, sobre todo el orgullo humilde de ser portuenses, hoy sólo evocado en la memoria de los viejos, de cuya grandeza tan poco saben las nuevas generaciones.

     La jodienda, con perdón, sucedió hace mucho tiempo y ayer mismo. Porque al Puerto le hemos hecho y le seguimos haciendo de todo. Ya solo hace falta que le hagamos la autopsia.

     (Diario de Cádiz, 22 de junio de 2012)

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