CONTIGO EN LA DISTANCIA
Se dice, se comenta, se rumorea que Enrique y Silvia han intentado retomar lo suyo, pero que no ha cuajado, al menos por ahora. Lo suyo, hagamos memoria, viene de lejos, principios de los 90, cuando se conocieron en aquella independiente pandilla portuense que llevaba El Puerto en el corazón, algunos de una manera tan profunda que las palpitaciones se prolongaron hasta la cartera. Pero no nos desviemos: Silvia y Enrique se siguen amando, aunque no lo suficiente. Todavía.
Dada la condición de hombre casado (políticamente) del alcalde, apenas ha trascendido nada del asunto. Da igual, nos lo inventamos. Si tú me dices ven, te apoyo y todo, pudo decir ella. Contigo en la distancia, amada mía estoy, puede que respondiera él. Lo único que hemos sabido, gracias a que Silvia, en una versión feminista de aquella famosa anécdota de Dominguín y la Gardner, fue rápida a contarlo a los medios, es que llevaban tiempo viéndose a escondidas. Y que la relación “no ha sido fructífera para ninguna de las partes”. Qué manera más fría de dar carpetazo a una pasión. A una mujer tan racial le pegaba otra cosa. Y Enrique, la verdad, aunque esté comprometido (políticamente), podía haber tenido algún gesto cariñoso con la chica. No sé, un toque Casablanca, sin mirar a nadie, al empezar un pleno: “Las subcontratas se derrumban y nosotros nos enamoramos”, por ejemplo. O menos arriesgado aún, una servilleta del Rempujo mismo por debajo de la mesa que dijera: “Me asomo a la pasarela y eres la chica de ayer”.
Fuentes no contrastadas aseguran que él va a seguir dejándose querer. Que las prisas de ella dieron al traste con todo (es sabido que la mayoría de los fracasos vienen por querer adelantar la hora de los éxitos). Yo es que cierro los ojos y veo el video clip. Ella bajando despacio las escaleras del patio del Ayuntamiento, bata de cola verde y amarilla, cantando aquel bolerazo de Machín: Pero así van pasando las semanas/pasando sin lograr lo que yo quiero/yo no sé para qué/para qué son esos plazos traicioneros. Y al fondo él, su imagen difuminada, firmando papeles, inaugurando cosas.
A la hora de entregar esta columna, no sabemos qué pensará Antonio Jesús de todo esto.
(Diario de Cádiz, 28 de septiembre de 2012)
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María -