VERANO
Una barbacoa de adolescentes maduritos: hoy como ayer, nada necesitamos más que la alegría. Las hipotecas del amor, que nos hacen la vida más hermosa pero también más difícil. Jóvenes de cuerpos gloriosos que quitan el hipo y que aún no conocen las ofensas del tiempo. Un desayuno bien conversado en Los Pepes, ese bar vintage por el que los años se han olvidado felizmente de pasar. Mi padre, desnudo de recuerdos, agarrado mansamente a su silla de ruedas, que es la balsa desde la que contempla sin saberlo su naufragio definitivo.
Una tarde escuchando a Les Luthiers y a Rabinovich, ese Ángel de la Guarda de la Alegría que se fue de gira por los teatros de la Eternidad. La voz de Pancho gritando, desde una playa virgen de la memoria, que Chanquete ha muerto. Sombras en la noche, los niños que no llegan. Un día en Marbella con dos amigos desde el Genésis, y la vuelta con una nevera hasta arriba de confidencias y ortiguillas.
El goce de una tarde en Vejer en buena compañía, saboreando el valor incalculable y gratuito de las cosas de siempre. Un cartel en Valdelagrana que alguien ha hecho a mano para conducir hasta la playa a los foráneos: la mágica e indeleble bondad de la gente buena. Un desencuentro doloroso: la vida mancha. Una mujer de 82 años en la despedida a Lina Morgan: “Yo quería mucho a Lina, me ha quitado muchas penas”. El hilo sonoro de las olas del mismo mar que cose todos los veranos.
Una foto de un padre sirio que llora abrazado a sus dos hijos a su llegada a la costa griega, que me rompe el corazón y la esperanza y me recuerda mi estatus injusto de privilegiado. Un espectador de medio pelo, canoso y nada ascético, que cabalga en el patio de butacas con los protagonistas de En un lugar de El Quijote, luchando con denuedo contra los molinos del desamor, la tristeza y la melancolía. Un largo y doloroso viaje interior del que salgo fortalecido y con una pequeña maleta en la que cabe de sobra todo lo importante. Amar en medio de un insomnio como si no hubiera mañana, porque tal vez no lo haya. Dicen las paredes de Facebook: Nos dimos un verso y nos metimos en un grave poema.
El verano, en fin, cauterizando todas nuestras heridas, devolviéndonos siempre aquellas viejas promesas de felicidad.
(Diario de Cádiz, 28 de agosto de 2015)
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María -