LEVANTEMOS EL PUESTO
En la divertidísima película La vida de Brian, el Frente Popular de Judea es una organización de resistencia a la invasión romana que pasa más tiempo discutiendo con una de sus facciones, el Frente Judaico Popular, que enfrentándose al enemigo común. Sus militantes son escasos, pero no se ponen de acuerdo en nada. Es una parodia certera de la incapacidad patológica que tiene la izquierda para estar unida incluso en situaciones de emergencia social.
Tras veinticuatro años de alcaldías de derechas en nuestra ciudad, en las últimas elecciones municipales un 45,97 % de los electores votamos para que El Puerto tuviera un gobierno decente y de izquierdas, que devolviera la esperanza a esta ciudad casi muerta de pura melancolía. Puede que la mayoría no tuviéramos los tres dedos de tocino de izquierdista pata negra puro de oliva que exigen los que van a pecho descubierto hinchados de principios. Pero muchos de los que apostamos por el cambio, si no rojos, seguimos siendo por lo menos infrarrojos.
La semana pasada, apenas un año después de su pacto de gobierno, al tripartito (PSOE, Levantemos El Puerto e IU) saltó por los aires. El alcalde cesó a los ediles de Levantemos que no comparecieron a la Junta de Gobierno en la que había que aprobar la licencia para el aparcamiento de Pozos Dulces. De poco sirvió la lucha de los tres partidos y de una parte importante de la sociedad civil para intentar que el parking no se hiciera. El anterior equipo de gobierno dejó el negocio tan bien atado, que la empresa promotora había amenazado con ejercer acciones penales contra el alcalde (PSOE) y el concejal de urbanismo (IU).
El caso es que los cuatro concejales de Levantemos podían haber asistido a la reunión y votar en contra de la concesión de la licencia. Pero prefirieron cogerse el día de asuntos propios. Acudieron al Ayuntamiento, sí, pero se quedaron fuera, manifestándose con la facción Levantemos El Puesto contras sus compañeros de gobierno, que dentro, perplejos, se comían el marrón de firmar por imperativo legal la concesión. La vida, dice García Montero, tiene muchas veces menos que ver con los principios que con la dignidad de los finales.
Escribía Juan Clavero el otro día en esta misma esquina que Candón no habla. Como si le hiciera falta.
(Diario de Cádiz, 16 de junio de 2016)
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