SESIÓN INFANTIL
"Hagas lo que hagas ámalo, como amabas la cabina del Paradiso cuando eras niño." (Cinema Paradiso)
Nadie ha vuelto a verlos por allí. Pero algunos vecinos del Barrio Alto cuentan que en las inmediaciones de lo que un día fueron el cine Moderno, el cine Victoria o el Teatro Principal, aquellos altares civiles de la infancia, algunas tardes de domingo se oye un rumor de memorias, un ruido de escenas. Son, aseguran, los espíritus que aún permanecen deambulando por las esquinas del tiempo, en los lugares comunes del recuerdo en los que un día forjamos sueños, pasiones, amores y esperanzas. Como los fantasmas del Roxy de Joan Manuel Serrat, no descansan en paz.
Dicen que de vez en cuando se oye también una algarabía de chiquillos impacientes que hacen cola en el carrillo de Severo o de Adela para cargar sus bolsillos de atramuces, alcatufas y citratos. Y que, ya dentro, ruge el león de la Metro y rugen los cientos de cachorros que esperan ansiosos que de la pared grande salga una buena historia en la que ganen los buenos por goleada.
Cuesta creerlo, lo sé. Pero qué queréis que os diga: yo nunca he estado curado de asombro. Tendríamos que pasarnos por allí una tarde de estas a curiosear un poco. A lo mejor, quién sabe, nos cruzamos con un señor de bigotillo ridículo, sombrero raído y acento mejicano con el que volvemos a troncharnos de risa. O con una bella heroína romántica que nos vuelve a jurar por Dios que nunca más volverá a pasar hambre. O, yo qué sé, con un tiarrón musculoso la mar de mono, taparrabos en la entrepierna, que nos vuelve a contagiar su pasión por los infinitivos.
Igual nos reconocemos en alguno de aquellos fantasmas bajitos y revoltosos vestidos de domingo, en un tiempo ya eterno en el que con tan poco fuimos tan felices.
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