DIARIO DE UN CARTUJO COQUINERO EN LUCHA CONTRA EL CORONAVIRUS (III)
DÍA TERCERO
Ringo, rango, rango, ringo, qué rarito este domingo. Sin misas, sin vermús, sin fútbol, sin Fallas, sin toros, sin cine, sin visitas. Esto con Franco no pasaba. Con Franco el que mandaba en las calles y hacía y deshacía a su antojo era Fraga, no el virus este de mierda que os tiene acojonaos, españolitos cobardes, ¡cagoendiez!
Hacen falta hombres de una vez, que se vistan por los pies, que desafíen la moral del rebaño y le planten cara con un par a la pandemia. Hombres como Aznar, que se caga en el bichito, en la Organización Mundial de la Salud y en el Gobierno juntos, y viaja a Marbella en lugar de permanecer encerrado en su casa de Madrid, como obliga el Decreto que regula el estado de alarma y que cumplimos escrupulosamente la inmensa mayoría de los vecinos de este país. O como Pablo Iglesias, que rompió la cuarentena a la que estaba sometido después de que su pareja diera positivo y se coló en el Consejo de Ministros porque él lo vale. O como Torra y Urkullu, que se han indignado bastante porque quieren gestionar las crisis del corona virus con independencia. Es probable que el corona virus catalán y el corona virus vasco no sean españoles, que vengan de otra cepa y tengan un RH distinto. Todos los españoles somos iguales, pero algunos somos más iguales que otros.
Con estos bueyes aramos. Al contrario que para el Covid-19, para la estulticia y la soberbia andamos sobrados de vacunas. Volver a los clásicos, por ejemplo, es un antídoto estupendo que te reconcilia con lo mejor de nosotros. Mientras desayunamos, invocamos el testimonio luminoso y la memoria agradecida de Don Antonio Machado. El poeta que nos recuerda que nadie es más que nadie. El ciudadano que dejó escrito con la tinta indeleble de su compromiso cívico que en España lo mejor es el pueblo. Que siempre ha sido así. Que en los trances duros los señoritos invocan la patria y la venden. Que el pueblo no la nombra siquiera, pero la compra con su sangre y la salva. En España, decía, no hay modo de ser persona bien nacida sin amar al pueblo. Qué antiguo este hombre y qué actual a la vez. Aznar, Iglesias, Torra, Urkullu, señoritos cada uno a su manera, usando su privilegios cada uno a su manera, mientras sanitarios, taxistas, maestros, artistas, autónomos, funcionarios, periodistas, hosteleros, trabajadores de todas clases, en fin, se desviven por transformar estos días oscuros en luminosos, por demostrarnos con su ejemplo que saldremos de esta. Aislados pero juntos. Y que también hay vida y fiesta y humor en este tiempo en el que estamos obligados a ser solitarios solidarios.
El día transcurre entre lecturas, saqueos al frigorífico, sobredosis de informativos, risas, zafarrancho, memes, llamadas. Mis hijos me enseñan cómo hacer una video llamada por whatsapp en la que puedan participar hasta cuatro personas. Y la hago yo solito a la primera, sin tutoriales, sin meter en Google “cómo coño hacer una llamada colectiva por whatsapp”, sin maldecir a la tecnología puta, digo punta. Sin volver a contar por enésima vez, cual abuelo Cebolleta, la confianza que daban y lo formales que eran el teléfono de rueda colgado a la pared y la Olivetti 98.
A la hora de la cena, la radio y la televisión abandonan por un momento la información sobre el corona virus real para hablar sobre el Corona Virus Real (repárese en el poder de las mayúsculas). Nos cuentan que el Emérito ha dado positivo por petrodólares y que su hijo Felipe se aleja de él para evitar a toda costa el contagio. El Rey de ahora renuncia a la herencia del Rey de antes. Qué cosas. La herencia de Juan Carlos es, cada vez menos presuntamente, un pastizal que ha ido acumulando durante toda su vida, cotizando pluriempleado en España y en Arabia Saudí. Normal que le haya quedado la pensión máxima. De lo ingresos recibidos en aquel modélico país parece que su hijo también era beneficiario, pero un año después de conocer ese regalo envenenado le ha dicho al padre que no, que no quiere nada, que él puede ir tirando más o menos con su nómina.
Ringo, rango, rango, ringo, qué rarito este domingo. El periodista José Ribagorda, se emociona en el informativo de la noche de Tele 5 al comentar las muestras de solidaridad de todo un país, un país cojonudo lleno de patriotas de los de verdad. En España, ya lo dijo Don Antonio, lo mejor es el pueblo. Siempre ha sido así.
(15 de marzo)
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