SIN PERDÓN
Supongo que habrán oído hablar de esa venganza legal perpetrada contra un ciudadano de Huelva que ha tenido que ingresar en prisión por un delito que cometió hace veintiún años. Parece que es culpable, todavía, de un crimen espantoso: robó un televisor, un radiocasete y un jamón. Da igual que haya rehecho su vida, que tenga trabajo, que sea padre de dos hijas y que su pareja esté embarazada. El Consejo de Ministros, órgano en el que ahora se sienta gente muy moderna y muy progre, ha rechazado el indulto.
Tengo encima de la mesa una sentencia de la Audiencia Provincial de Cádiz, de enero de 2000, que también se las trae. Los hechos probados dicen que cuatro jóvenes portuenses, sin antecedentes penales hasta entonces, circulaban en moto, el 13 de mayo de 1999, por la Avenida de la Paz. Por el mismo lugar paseaban dos adolescentes, a los que se acercaron para, tras intimidarles y amenazarles, exigirles toda la pasta que llevaran encima. Las víctimas iban sin blanca. Los asaltantes obligaron a los chicos a subir a sus casas (situadas muy cerca del lugar de los hechos) a por dinero. Los chavales les entregaron 6.000 pesetas (36 euros de ahora). La acción, sin duda, es despreciable y merece un castigo proporcional al ilícito penal cometido.
El fallo, a la sazón, recoge dos delitos: detención ilegal y robo con intimidación. Un año y tres meses de prisión para dos de ellos, que eran menores de edad. ¡Diez años!, para cada uno de los otros dos. La propia sentencia reconoce que la pena "se considera a todas luces excesiva y notoriamente desproporcionada a la verdadera entidad y características de los hechos". Éstos, continúan los magistrados, "consistieron en una breve retención, y los exiguos beneficios que saldan el ilícito ataque, conjugados con la juventud de los autores y su constatada condición de delincuentes primarios, inclinan abiertamente al Tribunal a solicitar el indulto parcial de las penas impuestas". El indulto fue denegado por el gobierno del Partido Popular, primero, y por el gobierno del PSOE, después.
El cabecilla del grupo continúa en prisión. Entró en la cárcel con veintiocho años y saldrá en 2010, bordeando la cuarentena. La pena que le impusieron es la misma que el Código Penal contempla para el delito de homicidio en su grado mínimo. Una barbaridad. Es probable que José Joaquín Contreras Galdeano hoy sea mucho peor persona que aquel gamberro que asaltó en la primavera de 1999 a dos quinceañeros inocentes.
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