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El blog de Pepe Mendoza

EL TREN DE LOS MOMENTOS

EL TREN DE LOS MOMENTOS

     Me llamo Pepe y soy adicto a las emociones fuertes. He decidido venir aqui a contarles mi experiencia porque necesito ayuda. Yo era un tipo normal hasta hace muy poco. Mi trabajo por las mañanas; las tardes llevando niños a las actividades extraescolares; la columnita en este periódico dos sábados al mes; el carrusel deportivo los domingos; la hipoteca, de por vida. Un hombre, en fin, gris y apocado, pero sin vicios inconfesables.

     Hasta que llegó RENFE e hizo de mi vida un infierno. Reconozco que mi patología es rarísima. Lo que me angustia es, fíjense, que la Red Nacional de Ferrocarriles Españoles cumpla sus obligaciones con los clientes sin ponerlos al borde de un ataque de ira. Que el Cercanías que cojo a diario llegue al menos un par de días seguidos a la hora prevista. Que anuncien por megafonía, sin equivocarse, la vía por la que el tren va a entrar. Que el revisor no le eche a uno la bronca porque el bono mensual, que no expiden los usuarios sino la Compañía, ha perdido color y no se distingue bien la fecha de caducidad. Que la temperatura ambiente de los vagones no nos haga recordar la batalla de Stalingrado. En fin, esas pequeñas rutinas cotidianas que hacen la vida monótona y aburrida hasta la náusea.

     Los que aseguran que nos llevan al futuro y nos invitan a subir, no me regalan, desde el martes, un emoción con la que saciar mi vocación de Indiana Jones en el Cercanías Maldito. ¡Qué mañana la de aquel día! Llegué a la estación de San Severiano después de concluir mi jornada laboral y el tren que no aparecía. A los veinte minutos de demora sobre el horario previsto, suena la megafonía: "Se comunica a los Señores Viajeros que el tren procedente de Cádiz con destino a Jerez, viene con retraso". Extraordinaria primicia en la que ningún viajero había reparado. Información veraz en tiempo real. Al cuarto de hora, otra vez la voz en off confirmando que, en RENFE, la política de transparencia informativa es una de las señas de identidad de la Compañía: si el tren no llega y el reloj marca las horas, no falla: hay retraso. Temporal, pero sobre todo mental, estuve a punto de replicar a la esfinge de detrás del cristal que no se atrevía a aventurar, casi una hora después, el motivo de la demora.

     Me llamo Pepe, soy adicto a las emociones fuertes y hace cuatro días que RENFE no me vacila. Gracias a todos por escucharme.

(Columna publicada en Diario de Cádiz el 11-11-2006)

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