FINO PLATÓN
El Real de la Feria es un ágora griego en el que, a la caída de la tarde, o largas un discurso o te lo largan. Está más que demostrado que, con albero en los zapatos y fino en el gañote, la incontinencia verbal supera, con creces, a la urinaria. El zumo de la uva fomenta, además, el roce que, como usted bien sabe, hace el cariño. In vino veritas, siempre a la veritas tuya, entonan, sobones, los meta-físicos del achuchón. Rebujito ergo sum: traga, luego insisto.
"El que al mundo vino y no toma vino, ¿a qué vino?", dijo una noche en el muelle antiguo, con un tajá como un piano, El Chamaco, tras beberse hasta los peces del río del olvido. "El que desembocó en el planeta Tierra y denosta el elixir de la parra, ¿por qué motivo, razón o circunstancia habita entre nosotros?", tradujo al castellano cursi, centurias más tarde, un tal Fernando Gago, discípulo de Sócrates, otro pedazo de futbolista.
Pero a lo que iba: la feria está llena de filósofos, de Sénecas con el vaso al cuello que, sin conocerte de nada, te paran en la calle del Infierno y te dicen: "El infierno son los otros", refiriéndose a los niños de su cuñao. O te abordan en los Espejos de la Risa y en lugar de reírse de su suegra, como hace todo el mundo, te sueltan, de un tirón, empinando otra vez el Codex: "Conócete a ti mismo".
Más ejemplos. Atracción de los ponis, ayer por la noche. Uno de los caballitos se vuelve y me dice: "La vida da muchas vueltas". Yo me quedo turulato, sin dar crédito a lo oído. Cuando vuelve a pasar por mi lado, el corcel enano continúa su discurso: "Es lo que Nietzsche llamó el eterno retorno. Así habló Zaratustra y así relincha este poni republicano que fue nieto de un caballito de la Reina". Si pueden, acérquense a verlo. Es el animalillo negro, con manchas blancas, que tiene un tatuaje de Herodes en el lomo.
Antes de irme me pasé por la caseta municipal y pedí un caldito de puchero: me trajeron el libro de Juan Rincón. Ya a la salida, me encontré con otro sabio, San Agustín (Fernández). "El filósofo debe arrimarse y exponer, como los buenos toreros", me dijo mientras nos bebíamos la penúltima. Al despedirnos, nos hicimos las mismas preguntas de todas los siglos, de todas las ferias: ¿quiénes somos, de qué caseta venimos, en qué autobús nos llevan?
(Columna publicada en el Suplemento de la Feria de El Puerto de Diario de Cádiz el 26-04-2008)
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