LOS GAÑOTEROS
Bajo el sobrenombre de "los gañoteros", pasa las mañanas, en el edificio de San Luis Gonzaga, un selecto grupo de funcionarios de élite con una altísima cualificación técnica. A las órdenes de un Jefe de Servicio que, sin comerlo ni beberlo (es un decir), asumió, desde el primer convite, su indiscutible liderazgo, estos empleados públicos tienen un poder olfativo-gastronómico que para sí lo quisieran muchos perros de caza.
El celo profesional que ponen en sus actuaciones les lleva a discernir, sin margen de error, si en el catering con el que se cierra un evento celebrado en el salón de actos, las gambas llevan gabardinas o van en mangas de camisa, o si el solomillo de novillo argentino es anterior o posterior a la resurrección de Gardel.
Tras alcanzar la excelencia en el terreno especulativo, pasan rápidamente a la acción. En cuanto les da en la nariz el olor a vianda, aparecen, haciéndose los encontradizos, a la caza y captura de su presa, a poder ser ibérica. Da igual que el acto en cuestión haya sido organizado por un organismo público o por una entidad privada. Mientras el resto de compañeros se dedica a tareas más mundanas, nuestros gañoteros, en horario de oficina, asaltan bandejas con premeditación y algarabía, ora croqueteando, ora agarrando cruzcampos como el que agarra un rencor.
Ni hablo de oídas, ni escribo al dictado. Fui testigo del despliegue táctico de este comando de operaciones especiales hace algunas semanas, cuando la empresa para la que trabajo organizó unas jornadas técnicas, tentempié incluido, a las que asistí junto a compañeros de otras provincias andaluzas. Finalizadas las ponencias, a eso de las dos, ya estaban allí los superhéroes del canapé de pescuezo, apertrechados detrás de una triste mesa de negociado, reconvertida para la ocasión en acogedora mesa de cocina creativa.
Ellos lo llaman el impuesto revolucionario. Como la cesión de las instalaciones a aquellas entidades que lo solicitan es gratis, han establecido un canon que en lugar de repercutir en la gestión, redunda directamente en su digestión, vino a decir, más o menos, el responsable del catering.
Los gañoteros. Joder, qué tropa.
(Columna publicada en Diario de Cádiz el 10-05-2008)
7 comentarios
Pedro -
Zaratustra Jr. -
"Tras alcanzar la excelencia en el terreno especulativo, pasan rápidamente a la acción. En cuanto les da en la nariz el olor a vianda, aparecen, haciéndose los encontradizos, a la caza y captura de su presa, a poder ser ibérica. Da igual que el acto en cuestión haya sido organizado por un organismo público o por una entidad privada. Mientras el resto de compañeros se dedica a tareas más mundanas, nuestros gañoteros, en horario de oficina, asaltan bandejas con premeditación y algarabía, ora croqueteando, ora agarrando cruzcampos como el que agarra un rencor."
Anónima -
Gregory Pez -
quiensoy -
Por cierto, lo de tirar la piedra y esconder la mano, ¿no es hipócrita también?.
Paco Rebolo -
Paco -