RELATO DE UN NÁUFRAGO
Soy víctima de un juego de rol. Las evidencias no engañan: desde hace aproximadamente dos meses, mi conexión a Internet se viene y se va, como la Nochebuena. Un grupo de piratas la mar de protocolarios, perfectamente organizados y bajo la bandera corporativa de la Compañía Telefónica, se dedica, impunemente, a bombardear la pobre barquilla con la que yo tendría que navegar, sin sobresaltos, pegadito al espigón de un humilde Router Monopuerto.
El caso es que, como digo, los bucaneros en cuestión han clonado, con la precisión de un relojero antiguo, a la mismísima Compañía Telefónica. No pueden ustedes ni imaginar el grado de sofisticación que han alcanzado esos trileros de la banda ancha. La falsificación, créanme, es más real que el propio original: los mismos números de teléfono, la misma página web, los mismos técnicos con los mismos uniformes de trabajo, la misma factura, la misma incapacidad para resolver las incidencias.
Tal pulcritud a la hora de dar gato por liebre, dificulta enormemente el curso de mi investigación. De hecho, he de confesarles que nadie de mi entorno avala la teoría de la conspiración rolera. Mi mujer, por ejemplo, que a estas alturas de su vida desconfía ya de las instituciones tanto como de mí, incrimina, directamente, a la auténtica Compañía Telefónica. El otro día me dijo, de mala manera, que dejará de hacerle fotocopias a la realidad, que la verdad no admite figurantes. Tu pasión por Kafka va a acabar con nosotros, cariño, sentenció malhumorada.
Empiezo a sospechar que la empresa que encerró a López Vázquez en aquella cabina homicida ya no existe. Que ha sido absorbida por ese grupo de picados del rol. ¿Seré yo, también, la fotocopia irreal de un cliente virtual de una Compañía Telefónica duplicada? ¿Debo dejar de leer a Kafka? Me cago en todo.
(Columna publicada en el Suplemento Veraniego "60 Días" de Diario de Cádiz, el 28-07-2008)
1 comentario
Ex-Tranjero -
Un abrazo