SUPERVIVIENTES
Tengo una muy buena noticia que darles. De nada, para eso estamos. Nos la contó el lunes entusiasmada Teresa Almendros (con el apellido en flor se debe ver la realidad de otra manera). Confieso que desde que empezó la crisis abro el Diario todas las mañanas temiéndome lo peor, pues no sé por qué se me ha metido en la cabeza que la doble de Consuelo Gamero, Angelita Merkel, va a recortarme un día la vida misma y me voy a encontrar con mi propia esquela al final del periódico.
Pero no nos desviemos. Resulta que en nuestra ciudad hay nueve señoras y cinco señores centenarios, que es, diga lo que diga Terry, más cosa de mujeres que de hombres, vistas las estadísticas de longevidad. El tiempo, como el cóndor, pasa para todos menos para Rafael Ricardi, ese Benjamín Button con petate y sin glamour que no para de descumplir años. Según la Audiencia Nacional, ya anda por los ocho, probablemente preparándose para la Primera Comunión y para el viaje a Euro Disney, ahora que puede permitírselo.
Disculpen de nuevo la dispersión (tantos meses sin escribir hace que me entretenga hablando en la casapuerta de cada párrafo). Quería decir que a mí me subió la moral saber que estas heroínas y estos héroes llevan más de un siglo entregados al cada vez menos prestigiado oficio de vivir, amando en esta vieja ciudad con la que comparten el innegable encanto de la decadencia y tal vez la nostalgia de épocas mejores.
Es difícil hacerse a la idea de que tan ilustres veteranos ya paseaban por nuestras calles aquel 9 de septiembre de 1916 en el que se inauguró el Hospital Municipal, convertido hoy en símbolo de lo mucho que nos importa a los portuenses nuestro patrimonio histórico. Alguno incluso recordará el primer hundimiento del Vapor, que se fue a pique por la explosión de su caldera un día de julio de 1929. Es probable que, en las habitaciones oscuras de la infancia, oigan todavía estremecidos los disparos en la tapia sur del cementerio tras la toma de la ciudad por las tropas franquistas. El pasado debe latirles por dentro como un segundo corazón.
Testigos humildes de un tiempo más duro pero quizás más nuestro, han sobrevivido dignamente a todos los naufragios personales y colectivos. ¿Quién dijo que todo está perdido?
(Diario de Cádiz, 16 de marzo de 2012)
3 comentarios
Anónimo -
La cita de,¿los miércoles...? en este lugar será todo un placer.
Sor Clarisa -
Pepe Espinel -