¡AVE, EMILIO!
En una de las escenas de la “La vida de Bryan”, el líder del FPJ (Frente Popular de Judea) interpela a sus compañeros de lucha cuando éstos reconocen la superioridad intelectual de los romanos: -Bueno, pero aparte del alcantarillado, la sanidad, la enseñanza, el vino, el orden público, la irrigación, las carreteras y los baños públicos, ¿qué han hecho los romanos por nosotros?
Una pregunta parecida llevo yo formulándome desde que el tribuno Tito Manolo Morillus, uno de los cabecillas en nuestra ciudad del FPJ (en El Puerto, reconstituido bajo el nombre de Frente Portuense de Jubilatas), glosó en esta misma esquina la figura de Emilio Flor, ese romano coquinero que acaba de colgar los trastos oficiales de enseñar y el uniforme de trabajo, la túnica que le legó Antígona de su hermano y unas sandalias de rebaja que compró al final de la primera Guerra Púnica en la zapatería enfrente de Cartago.
Vale, no es mal tío. Ha echado más horas en el Instituto Santo Domingo que las columnas del patio. Sigue siendo el ojito derecho de Balbo El Menor, de los Balbo de toda la vida, que ya en el año 50 A.C. (Antes de la Crisis) le aseguró que lo suyo era puro teatro. Desde hace dos o tres centurias es titular indiscutible en el C.D. Los Pardillos (en sus años mozos le marcó un penalty a Iríbar). De acuerdo. Pero aparte de todo eso, de saber latín, de ponernos todos los años Roma a tiro de piedra, dar clases particulares gratis y acumular conferencias, excursiones, estrés y ácido úrico, ¿qué ha hecho Emilio por nosotros?
Sí, es uno de los imprescindibles en la vida académica de varias generaciones de portuenses. Nos consta que, al saber de su jubilación, muchos han recordado (del latín recordis, volver a pasar por el corazón), con una melancolía parecida a la que se siente cuando se baja el telón o se acaba el partido, las amenas clases en las que se velaba el cadáver de una lengua muerta a la que aquel joven humanista veía siempre rebosante de salud.
¿Que qué ha hecho Emilio por nosotros? Algo mucho más importante que todo eso y que no aparece en su brillante curriculum: ser de nuestra calle, de nuestro instituto, de nuestro equipo de fútbol, de nuestro grupo de teatro. Ser de los plebeyos proletarii. Ser uno de los nuestros.
(Diario de Cádiz, 27 de septiembre de 2013)
1 comentario
Reme Sánchez de la Flor -
Tus bonitas palabras le rinden el homenaje que se merece y como profesora que soy, no hay nada más apasionante que tus antiguos alumnos te recuerden con tanto cariño.
Te felicito por este artículo tan del corazón.