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El blog de Pepe Mendoza

UNA DE FANTASMAS

UNA DE FANTASMAS

Un fantasma recorre El Puerto y no es el del comunismo. Un fantasma de los de toda la vida: invisible, asustón, que desplaza objetos y emite sonidos raros como Cristiano Ronaldo. Desde que Juana Ortuño se cansó de vagar por aquel esclavo negro del que se enamoró perdidamente en el Palacio de Purullena, no se había no-visto nada igual. Una fantasma que pilota, y aquí viene la conexión entre tradición y modernidad, el coche oficial del alcalde. Como lo leen. Si fuera un extraterrestre, más que un OVNI sería un EVNI: un Espectro al Volante No Identificado. Qué susto encontrárselo en un semáforo y ver el asiento vacío mientras suena en su CD la banda sonora de Casper.

Dos fueron las medidas de austeridad que el primer edil anunció a bombo y platillo en cuanto tomó posesión de su cargo, y que viene repitiendo como un mantra le pregunten lo que le pregunten: rechazar los escoltas y no utilizar el coche oficial. La primera, reconozcámoslo, la ha cumplido con creces. Es más, se ha tomado tan en serio el compromiso que se le está poniendo cara de guardaespaldas en los selfies que se hace a diario con el primero que pasa por su lado. Pensábamos, sin embargo, que la renuncia al coche había engordado algo el cerdito de la hucha comunitaria. Pero resulta que no, que el vehículo se mueve más que los precios. Fundamentalmente, por establecimientos hosteleros.

Cuando le crujen las tripas, el fantasma se pone al volante, coge carretera y manta (sábana, en este caso) y cruza la frontera hacia este lado de la vida. Dos veces ha sido no-visto: una en un restaurante en el Camino de Los Enamorados y otra en una venta en la Carretera de Sanlúcar. Mucho rollo de que en el Más Allá es el alma y no el cuerpo lo que mola y luego esos espíritus jartibles se matan por un solomillo al Pedro Ximénez. Dan ganas de subirse a un taxi y gritar como en Taxi Driver: “Siga a ese coche”. Detrás de la pista del dinero no sé si iríamos, pero lo mismo un día nos lleva a Aponiente.

Pues eso. Que teníamos un alcalde sin coche y ahora lo que tenemos es un coche sin alcalde. Los más escépticos, lo que no creen en estos fenómenos paranormales, aseguran que es un coche de los modernos, de los que van solos, sin conductor. Como la ciudad.

(Diario de Cádiz, 16 de enero de 2015)

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