EL MAESTRO LAMIN
El Maestro Lamin me persigue. Vaya donde vaya, aparque el coche donde lo aparque, no para de dejarme papelitos en el parabrisas ofreciéndome sus estupendísimos servicios. El Maestro Lamin, Gran Vidente Africano, me debe de ver muy mal. Tengo mis achaques, desgraciadamente uno ya no es lo que era, pero tampoco creo que sea para tanto. Aunque a veces, en mis días más oscuros, pienso que puede tener razón. Que a quién va uno a creer, a la infalible bola de cristal de un chamán de esos o a su propio espejo.
Vale, ya no soy aquel que cada noche te persigue, ya no soy aquel que por quererte ya no vive, etc. Pero el señor Lamin trata unas patologías rarísimas. Problemas de amarres y fuerte atracción, por ejemplo. Yo los tengo, sí, pero con los botellines de Cruzcampo, a los que agarro como el que agarra un rencor, y con la berza de mi madre, por la que siento una atracción turbulenta y pecaminosa, como la que sentían Richard Burton y Liz Taylor. No, no pienso desengancharme nunca de ese néctar y esa ambrosía de dioses, se ponga el hechicero como se ponga. Dice también en sus papelitos que si un negocio va mal puede ayudarte a mejorar la situación con limpieza y amuletos. Pues los autónomos de la Plaza de Abastos hace años que la tienen mu escamondá, llena de patas de conejo y de aletas de besugo, y no levantan cabeza.
En lo único que podía echarme una mano el paisano de King, el de los movimientos sexys, es en lo del mal de ojo. ¿Sólo cura uno? Yo tengo astigmatismo y miopía, además de presbicia, y me paso las tardes perdiendo y encontrando las gafas, como se ha pasado los últimos años Antonio Jesús Ruiz perdiendo apoyo social y encontrando alianzas de las que siempre sale progresando adecuadamente. La última, de 55.000 eurazos al año en un bujío en la Diputación, por acercarse esta vez al PSOE. Otro Vidente Espectacular, otro Grandísimo Maestro. Y si el mal de ojo que cura Lamín es otro, yo prefiero seguir sufriéndolas en silencio, como sufre el tripartito sus contradicciones.
Dan ganas de llamarlo para que le deje también un papelito en su coche a Candón. A lo mejor soluciona sus problemas de amarre y fuerte atracción por la alcaldía, que según él le han robado como le robaron a Sabina el mes de abril.
(Diario de Cádiz, 25 de septiembre de 2015)
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