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El blog de Pepe Mendoza

CÍRCULOS CERRADOS

CÍRCULOS CERRADOS

En casa, una casa de trabajadores pobres, no había libros. Había tebeos y novelas del oeste que cambiábamos en el Liberato. Y un cierro verde por el que nos asomábamos a ojear los titulares de lo que pasaba en la calle San Sebastián, pues la letra pequeña la leían en secreto los mayores. Pero libros no hubo hasta bien mediados los setenta, cuando empezó a frecuentarnos un señor vestido de negro, con un maletín también negro. Parecía un ditero cultivado. Se presentaba como el agente del Círculo de Lectores, una actividad que, tal vez influenciado por Mortadelo y Filemón, me llevó a mirarle al principio con desconfianza. Luego, su palique elegante y la belleza de los artículos que expendía me ganó para siempre. Escuchar la puerta y verle por la mirilla era siempre una invitación a la alegría.

Ha cerrado Círculo de Lectores y que los libros circulen menos es siempre una mala noticia. En los aljibes íntimos que alimentan mi memoria puedo ver a un niño flaco y apocado. Es verano y los mayores duermen la siesta. Él está sentado, con un libro entre las manos, rodeado de plantas, intentando coger postura en el escalón del corredor de una casa de vecinos.

Aquel círculo familiar también cerró no hace mucho.

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