FASCINACIÓN Y DESILUSIÓN
Para no crear falsas expectativas voy a dejar las cosas bien claras desde el principio. No sé qué hago yo aquí encima. No sé por qué no estoy ahí abajo con vosotros, sentado tranquilamente, poniendo cara de que me interesa mucho todo y a la vez ideando una estrategia para, en cuanto esto acabe, salir rápido y que no me claven los 15 euros de libro. No se qué he hecho yo para merecer esto, Juanmi, por Freud y por Juan Huarte de San Juan, santo capicúa y patrón del gremio de los psicólogos. Que yo siempre me he portado estupendamente contigo, incluso cuando estuvimos juntos en el Comité de Empresa del INEM y los cuadros de nuestros respectivos sindicatos nos miraban mal por llevarnos bien.
Pero a lo que iba, las cosas claras y el chocolate... de La Campana de Elgorriaga de toda la vida. Yo de otras cosas no entenderé, pero de orientación psicoanalítica con enfoque sistémico, menos. Ni pajolera idea, vamos. Así que las reclamaciones al maestro terapeuta. Avisados estáis.
Como pliego de descargos y en defensa propia, voy a contar cuándo, dónde y cómo se fraguó esta emboscada. Una mañana de finales de verano el padre de los De Pablo Mármol, de los De Pablo Mármol de Los Picapiedras de toda la vida, licenciado en psicología, especialista en psicología clínica, psicoterapeuta acreditado, supervisor docente, funcionario de reconocido prestigio, chirigotero canalla, presidente del club de fans de Alatriste y un montón de cosas más, se plantó en bermudas en mi puesto de trabajo, en el Centro de El Toruño de El Puerto. Vestía de verde caqui, a juego con el paisaje. He venido a hablar de mi libro, me dijo como si él fuera Umbral y yo la Milá.
La alegría que me produjo volver a verlo después de tanto tiempo se esfumó de repente al oír el motivo de su visita. Fascinación y desilusión, como el título del libro, qué cosas. A veces el destino hace bien su trabajo. “Te lo lees y hablas durante 15 minutos en la presentación”, me dijo con la solemne y seductora determinación con la que daba órdenes como Secretario del Servicio Andaluz de Empleo. ¡Te lo lees! ¡Hablas 15 minutos! ¡En la presentación! Eso me dijo. Eso me dijo.
Como soy muy bien mandao y, aunque cortito, siempre le pongo mucha voluntad a las encomiendas, hice un esfuerzo titánico y me empapé el libro dos veces. ¡Dos veces! La primera vez pensé que no me enteraba de nada porque estaba en versión original, así que entré en Internet por si el autor lo había colgado y podía leerlo con subtítulos. La segunda le dije a mi mujer, que sabe latín, que me hiciera un resumen, pero se negó. Fascinación y desilusión, otra vez. Esta vez, no de amigos y residentes en los servicios públicos de empleo, sino de pareja formal con muchos trienios en el Libro de Familia.
¿De qué hablamos cuando hablamos de amor?, se preguntaba Raymon Carver hace cuarenta años. De fascinación y desilusión, le contesta John Michael De Pablo Urban, cuatro décadas y dos libros después, nunca es tarde si la respuesta con enfoque sistémico es buena.
Mientras leía el libro, mirando de reojo en el ordenador la página de El Rincón del Vago con la esperanza de que a última hora alguien colgara un resumen que me salvara de este sinvivir, me acordé de algunas parejas muy conocidas a las que este trabajo les hubiera venido de perlas en sus días más oscuros. Y me dije: ya está, habla de eso, Castelar, y que sea lo que Dios quiera.
De Adán y Eva, por ejemplo, que lo pasaron regular, al menos eso dice el Génesis, que era la Enciclopedia Álvarez de la época.
Recuerde el alma dormida avive el seso y despierte. En el principio creó Dios los cielos y la tierra, etc. Estamos justamente en el sexto día de la Creación, en la mañana luminosa en que el hombre más guapo del Universo amaneció con un dolor en el costado, pero, por primera vez en su recién estrenada vida, acompañado. ¿Tú de dónde has salido?, preguntó sonriendo a la mujer más guapa del Universo que apareció a su lado. Luego, ya sabéis lo que vino. Una rutita de senderismo por el Edén. Los primeros tonteos. Una cenita con productos cien por cien ecológicos. Una manzanita. Palabras de amor, sencillas y tiernas. Él: Por un beso de la flaca daría lo que fuera. Ella: Tarde o temprano seré tuya, mío tu serás. Él: El amor de mi vida has sido tú, el amor de mi vida sigues siendo tú. Ella: No, no hay nadie más, solo eres tú, quien llena mi vida. Él: Te quiero vida mía, te quiero noche y día, no he querido nunca así. Ella: Contigo aprendí a ver la luz al otro lado de la luna. Una banda sonora única, en un entorno único, para una pareja única.
Luego, ya se sabe que todos los futuros son crueles, llegó esa Voz en Off, cascarrabias y malajosa, que se pasó todo el Antiguo Testamento acojonando a todas las criaturas. “Ni se os ocurra acercaros a ese árbol de allí, porque si lo hacéis os vais a acordar de mí de aquí a la Eternidad”. Después vino lo de la serpiente que hablaba. El mordisco ruinoso. El desahucio exprés, sin resistencia porque no había nadie más para montar una plataforma. Los carnés de paro y el sudor de sus frentes. Los celos de los niños entre ellos. La ida de olla de Caín… Y claro, la desilusión a raudales.
No sabemos si el Sumo Hacedor hizo también terapia con ellos después de arruinarles la vida. Si le pudo el remordimiento e improvisó con la esperanza de que unas cuantas eras después algún recontratataranieto de la pareja publicara algo que hablara, bien de una psicoterapia individual desde una perspectiva sistémica integradora, bien de una psicoterapia sistémica de pareja. No dice nada la sección de Cultura y Espectáculos del Génesis. Pero algo debió haber porque nuestros primeros padres, tras aquellos días horribles, tuvieron un tercer hijo, Set, lo cual nos induce a pensar que, a pesar de todo, lograron sacar la relación adelante, pues estuvieron juntos casi 1.000 años. Toda una vida.
Me he acordado también de Romeo y Julieta, por si el libro de Juanmi, cinco siglos después, sirve para hacer una precuela con un final más civilizado.
Deberían leerlo todos los descendientes de las dos familias de origen, cagoendiez. Porque no olvidemos que esta historia de amor puro de oliva, cumbre del romanticismo, duró solo tres días y acabó con seis muertos, la pareja entre ellos. Es lo que Juanmi llama, esto es casi lo único que pillé, una “pareja tango”. Una relación en la que la pasión y la sensualidad están muy a flor de piel, el conflicto es vivido intensamente y las heridas son plenamente visibles. Joder, visibilisimas. Media docena de cadáveres, como en un capítulo de Los Soprano. No olvidemos que el título original de la obra es “La excelente y lamentable tragedia de Romeo y Julieta”. Vale, las familias se reconcilian al final, pero los enamorados son ya dos pajaritos fritos que se han quitado la vida en plena adolescencia. Menudo dramón. A decir verdad, me alegro que el libro haya salido un pelín más tarde, pues con gentuza como esa igual al psicoterapeuta también le hubieran dado matarile.
Victor e Ilsa se alegrarán también mucho cuando vean este libro en las mejores librerías del país.
Podrían ser una de las parejas que aparecen en él y que lograron sobreponerse a sus y cosas y a sus crisis. Así, por sus nombres de pila igual no caen, pero si les digo que paraban en el Café de Rick, en la ciudad de Casablanca, enseguida recordarán sus caras y su historia. La psicoterapia sistémica de pareja, o como se llamara entonces lo que escribió Michael Curtiz, el director, funcionó de maravilla, porque de no haber sido así se hubiera cargado la película. A todos nos gustan los finales románticos, pero si en última instancia Ilsa deja a Victor, su marido, un buen hombre, y se queda con Rick, un cínico con el corazón en ruinas, Casablanca hubiera sido un pastel con demasiado merengue que nos hubiera dejado a todos hiperglucémicos perdidos.
Porque la peli va del pretérito imperfecto, del vano ayer, de la relación efímera entre un hombre y una mujer que se enamoraron perdidamente mientras el mundo se desmoronaba. Del duelo largo del adiós. De las segundas oportunidades. Del principio de una bella amistad. Del encarnizado combate entre el deber y el placer. De las trampas de la memoria. De los claroscuros de la vida. De todas las vidas.
Y ahí siguen, ochenta años después, agazapados entre la niebla, Rick e Ilsa, cada uno con su vida y su recuerdo: “Siempre nos quedará París. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche”. Y ahí seguimos también nosotros. En el París íntimo y personal, donde habitan la dicha y el fracaso. Porque a diferencia del presente, que vive solo la fugacidad de los estrenos, el pasado sí admite reposiciones. La psicoterapia sistémica, insisto, funcionó y la pareja se dio una segunda oportunidad y fueron felices y comieron perdices. O tal vez no. Pero si Rick llega a coger aquel avión e Ilsa hubiera dejado a su marido, probablemente Casablanca no estaría en los altares de la historia del cine.
Y terminamos ya con una pareja no menos espectacular, pero, esta vez sí, con un final feliz y de categoría, y sendos másteres de cientos de miles de horas en amor de verdad, paciencia y esperanza a prueba de bombas. Intuimos que el terapeuta Gabriel García Márquez, que trató a Fermina Daza y a Florentino Ariza a fondo, los vio por separado, esto es, con una psicoterapia individual desde una perspectiva sistémica integradora. Y les dijo que no, que no era inevitable que el olor de las almendras amargas les tuviera que recordar siempre el destino de los amores contrariados.
La terapia triunfó, y ellos salieron a hombros de los lectores por la puerta grande de la literatura: la pasión les duró toda la existencia y el amor germinó en los tiempos del cólera. Vivieron casi toda la vida separados pero en un permanente estado de fascinación. No hubo desilusión porque envejecieron enamorados juntos. Una utopía amorosa que se hizo realidad. Magistral el diálogo final que cierra el libro y que casi nos sabemos de memoria:
"El capitán miró a Fermina Daza y vio en sus pestañas los primeros destellos de una escarcha invernal. Luego miró a Florentino Ariza, su dominio invencible, su amor impávido, y lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la que no tiene límites. ¿Y hasta cuándo cree usted que podemos seguir en este ir y venir del carajo?, le preguntó.
Florentino Ariza tenía la respuesta preparada desde hacía cincuenta y tres años, siete meses y once días con sus noches.
Toda la vida – dijo."
¡Espectacular, no me digan que no!
Como es espectacular el poema que abre el libro de nuestro protagonista en su particular historia de amor con la psicología y la literatura. Porque el muchacho ese de barbas que, como diría nuestra amada Celia, hoy está más feliz que una perdiz, es un impostor camuflado de psicólogo sistémico, pero con alma y ademanes de poeta de altura. Este poema, que me voy a dar el gusto de leer, me dejó sin habla. Pensé que era de Mario Benedetti, o de Ángel González, o de Luis García Montero, lo juro. Pero iba sin firma. Temiéndome lo mejor, lo llamé inmediatamente. Era suyo. ¡Que cabrón! Este poema bien podría figurar, y creo que no exagero, como epílogo en la historia de amor de Fermina Daza y de Florentino Ariza. De todas las Ferminas Daza y de todos los Florentinos Ariza que en el mundo han sido, son y siguen empeñados en ser. En ser juntos.
Dice así:
Si necesitas una excusa para dignificar el tiempo,
mira quién de tu mano anduvo,
quién te guardó el costado
y te acompañó en silencio.
Si necesitas una excusa para dignificar el tiempo,
recuerda quién desbocó tu aliento,
quién fue puerto, bálsamo, nido,
de la fragilidad desnuda.
Si necesitas una excusa para dignificar el tiempo,
piensa quién acompañó tu siembra,
quién encendió las mariposas
y recordó a los muertos.
Si necesitas una excusa para dignificar el tiempo,
escucha quién anuda cabellos de otoño,
quién besó, sin miedo, tu sombra,
quién firme se mantuvo
ante el azote del tedio.
(Presentación de libro "Fascinación y desilusión. Una terapia sistémica de pareja", de Juan Miguel de Pablo Urban. Cádiz, 8 de noviembre de 2019)
Si alguien está interesado en ver el vídeo de mi intervención, aquí tiene el enlace:
https://www.youtube.com/watch?v=jpCz9H7c3Wk
Si no puedes acceder, solo tienes que googlear,
Pepe Mendoza presenta fasinación y desilusión
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