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El blog de Pepe Mendoza

LA CALLE DEL INFIERNO

LA CALLE DEL INFIERNO

     Desde el verano de 1999, el infierno, según la Iglesia Católica, ya no es un lugar físico, sino un estado de ánimo. La presencia de Dios, dice el heredero de Pedro, es el cielo, y su ausencia, el temido averno. Vale, no existe, respiramos un poco más tranquilos: pero tiene una calle en la Feria, que yo la he visto. Los que por ella transitan   pueden abandonar toda esperanza: de allí salen, si es que salen, con los bolsillos incendiados, atacados y atracados por pequeños luciferes que repiten sin cesar “en uno más y ya está”. 

     Los Padres de la Iglesia deberían, antes de dar recalificar la parcela de Satán para darle un uso que acojone menos, hablar con los padres de los niños. Y acompañarles, cristianamente, cada primavera, en ese peregrinar resignado entre brujas que se aparecen en los trenes, caserones de muertos vivientes, caballos enanos, látigos que taladran las cervicales, ratones que vacilan, gusanos locos y espejos que deforman nuestro cuerpo pecador.  El infierno puede que no exista. Pero tiene una calle, llena de atracadores con micrófono y demonios bajitos. 

     Judas no sé, pero Herodes lo que  tuvo fue muy mala prensa.   

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