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Se muestran los artículos pertenecientes a Agosto de 2007.

UN MAL SUEÑO

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     Anoche tuve una pesadilla horrorosa. Déjeme contarla. Andaba yo enfrascado en los últimos detalles de la columna que usted tiene ahora por delante. Mero bricolaje gramático: unas abrazaderas para fijar el título, una bombilla de más vatios para iluminar la idea principal, un poco de cemento en las juntas de los párrafos, un repelladito a las subordinadas. Arreglillos varios, en fin, para fijar, limpiar y dar esplendor a los 2.300 caracteres que conforman la estructura de este artículo de primera necesidad.

     De pronto, llamaron a la puerta. Eran mis vecinos de página, la Comunidad de Propietarios El Alambique (les sitúo: según se entra en lo Local, tercera página a la derecha, Costa Noreste). Estaban todos, pero fue Rafael Gómez Ojeda, compañero con el que en régimen de multipropiedad comparto esta esquina los sábados, quien alargó la mano y me dio un papel. Vi que era un escrito del Juzgado y me temí lo peor.

     Sumido en un estado de enajenación verbal transitoria, comencé a leerlo. El TSJ de Andalucía me condenaba, por construcción ilegal, a demoler esta columna. La sentencia era firme: no cabían recursos, ni siquiera literarios. Alguien me había denunciado por redactar las líneas finales de mi último alambique en el suelo protegido de la Publicidad. De nada sirvió alegar que tenía un permiso de palabra (nunca mejor dicho) de Teresa, la jefa de esto. Que el propio periódico me había facilitado el enganche a la luz ilustrada de sus 140 años de historia.

     No hubo clemencia. El agente judicial me obligó a desalojarla y a depositar mis pertenencias en los márgenes, más concretamente en la sangría del primer párrafo. Le hice ver que ese espacio era muy pequeño para acumular tantas letras. La letra, con sangre, entra, me contestó malhumorado el funcionario.

     Agrupé en las cajas más grandes los sujetos y los  predicados. En las cajas medianas, introduje, apretándolos mucho, sustantivos, adjetivos y adverbios. Y en las más pequeñas apilé las conjunciones, las interjecciones y los signos de puntuación. Cuando terminé de empaquetar eché en falta un par de objetos: el directo y el indirecto. También perdí, en el recuento, el tarro de las preposiciones y un paquetito de frases hechas.

     Anoche mientras dormía, soñé, maldita obsesión, que esta columna yacía en medio de un socavón. 

     (Columna publicada en Diario de Cádiz el 04-08-2007)

03/08/2007 12:53 Pepe Mendoza #. UN MAL SUEÑO Hay 2 comentarios.

PURO TEATRO

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     Nadie los ha visto, pero cuentan los vecinos de la zona que nunca el más allá les había pillado tan cerca. Dicen que un rumor de memorias, un ruido de escenas, se oye, al filo de la medianoche, en el antiguo cuartel de artillería de la Plaza de El Polvorista, hoy reconvertido en el teatro de los sueños de Manolo Morillo. Son los fantasmas del Principal que tras vagar, impenitentes, entre las bambalinas de la memoria colectiva portuense, empiezan a acomodarse (nunca mejor dicho) en el nuevo edificio. Los espíritus okupas que desde hace 23 años se concentraban a diario en la calle Luna, implorando un techo bajo el que cobijarse, un lugar común en el que compartir fantasías y pasiones, sueños y desdichas, parece que han dejado de dormir a la intemperie. 

     Los más osados comentan que la semana pasada vieron traspasar los muros del teatro, como almas en alegría, a una pandilla de niños que acudían, una tarde de domingo, a la sesión infantil, cargados de altramuces, alcatufas y chicles bazokas que habían comprado minutos antes a una sombra que se escondía detrás de un carrillo. Otra madrugada, aseguran, contemplaron atónitos como un grupo de chiquillos vestidos de pastores, pandereta en mano, celebraban la Navidad con Amor. 

     Cuesta creerlo, ya lo sé. Pero qué quieren que les diga: yo nunca he estado curado de asombro. Y aunque uno sólo se trata con el más acá, pienso pasarme una noche de estas a curiosear un poco. A lo mejor me cruzo con un señor de bigotillo ridículo, sombrero raído y acento mejicano, con el que vuelvo a troncharme de risa. O una bella heroína romántica me jura por Dios que nunca más volverá a pasar hambre. O, quién sabe, un hombre musculoso la mar de mono, taparrabos en la entrepierna, me contagia su pasión por los infinitivos. Aunque yo me conformaría con saludar a esa viejita amable, llamada Nostalgia, para agradecerle que me siga llevando de la mano a ese tiempo en el que, con tan poco, fuimos tan felices.  

     Ya puestos a imaginar, no me digan que no sería fantástico encontrarse con Don  Pedro y Don Rafael, limpios de vanidad y prejuicios, entregados a la belleza perturbadora de las palabras, construyendo versos en tres actos. A lo mejor, incluso, generosos y sabios, coinciden en que el Teatro podría llamarse Paco Teja. O Emilio Flor.

(Columna publicada en Diario de Cádiz el 18-08-2007)

17/08/2007 22:07 Pepe Mendoza #. PURO TEATRO No hay comentarios. Comentar.

PATEANDO PIEDRAS

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El niño portuense que practica el fútbol-siete en la Ciudad Deportiva es una rara avis en el ecosistema balompédico provincial: subsiste como el único animal de área que tropieza doscientas veces con las mismas piedras. El chaval de Rota o de Sanlúcar, por poner sólo un par de ejemplos, goza de un hábitat menos inhóspito para emular a sus ídolos: tiene la fortuna de trotar por campos dignos y sólo debe preocuparse de seducir a la pelota que rueda.

Nuestros hijos, no. Nuestros benjamines y alevines compaginan a la vez devoción y precaución. Saben que tienen que marcar goles como soles, pero también que si pierden la verticalidad van a quedar marcados por desollones como puños. Están al corriente de que hay que pelear la posesión del balón, pero no todas; cerca de las líneas de banda es mejor no sacar a relucir la casta, pues corren el riesgo de rematar de cabeza un pivote de hormigón. Los porteros son conscientes de que las palomitas mejor en el cine, viendo una buena película. El esplendor en la hierba sólo lo alcanzan cada quince días, cuando van a jugar fuera.

Según me cuentan, hace ahora dos años, en un acto de homenaje a la cantera, un miembro del equipo de gobierno de entonces anunció, como se anuncia un fichaje estrella, la construcción de un nuevo campo. Dicen que enseñó los planos y que entusiasmó a la parroquia asegurando que el crédito presupuestario para la nueva obra ya se había consignado. Como yo no estaba allí, no sé cuanto hay de verdad y cuanto de frustrada ilusión en estas afirmaciones. De lo que sí doy fe es de que, desde entonces hasta ahora, las únicas piedras que se han movido de ese patatal infame la hemos quitado los padres, para velar por la integridad física de los que jubilarán a Ronaldinho.

Así las cosas, casi un millar de galácticos bajitos peregrinan a diario buscando un lugar decente en el que practicar esa liturgia pagana que tiene como altar dos porterías. Algunos equipos han optado por entrenar en el campo ubicado fuera del Polideportivo, lo que lleva consigo que niños de muy corta edad tengan que cruzar la carretera, sin que hasta la fecha ningún agente (de futbolistas, no, de tráfico) haya comparecido para regular la entrada y salida del mismo.

     Roja directa a los que dejan en fuera de juego las ilusiones de los más pequeños.

     (Artículo publicado en Diario de Cádiz el 01-09-2007)

 



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